Todo sobre Zombis
Que es un
zombi: Un zombi (en
ocasiones escrito erróneamente con la grafía inglesa zombie)1 es,
originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se practica
el culto vudú. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un hechicero
para convertirlo en su esclavo. De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o
hechicero vudú, sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que
quedaría sin embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona que le
devuelve a la vida.
Orígenes del
zombi: Dentro de la
tradición vudú y la tradición oral haitiana el concepto del «zombi» ha sido de
gran importancia cuando se considera la forma en la que tal concepto participa en
la representación del cuerpo y del alma. Etnólogos e historiadores han llegado
a la conclusión de que el zombi haitiano, en su génesis, está íntimamente
relacionado con la esclavitud y la opresión dentro de Haití. Es importante
mencionar también que el concepto de zombi en Haití está fuertemente anclado a
la creencia del alma dual, y esta forma de concebir el alma ya estaba presente
(con diversos matices) dentro de algunas religiones africanas (en Benín,
Camerún, Ghana, Nigeria, Togo, Tanzania, y Zaire, por ejemplo). Por lo tanto es
importante, a la hora de discutir los orígenes del concepto de zombi', tener en
cuenta la significativa relación que guarda la religión vudú con algunas de las
religiones africanas.
Primera
aparición: En el
año 1697 se dio la primera aparición significativa del concepto y la palabra
zombi, dentro de la novela autobiográfica de Pierre-Corneille de Blessebois, Le
Zombi du Grand Pérou, ou La comtesse de Cocagne. Dentro de la novela la figura
del zombi resulta muy ambigua y se refiere principalmente a una entidad
incorpórea.6 También en el siglo XIX, el visitador y ministro residente en
Haití Spenser St. John contaba a sus amistades británicas cuentos de
canibalismo y vudú que incluían la ingesta de infantes y la exhumación de
cadáveres como parte de ciertos rituales.
A través de la literatura y los diarios de
viajero, la figura del zombi pasó a ser parte de la cultura popular mundial,
pero se puede decir que “desde sus primeras apariciones en la literatura, la
palabra zombi ya estaba relacionada con el luto, la muerte y la
esclavitud".
¿QUÉ O
QUIÉNES SON?: De
acuerdo con la tradición haitiana, los zombis son aquellas desafortunadas
criaturas que han sido regresadas de la muerte por brujos diabólicos, llamados
Bocors, y mantenidos como esclavos. Los zombis son explotados por sus dueños y
se reconocen por sus ojos vidriosos, su voz nasal y su aire ausente.
“Un zombi permanece en la misteriosa zona entre
la vida y la muerte –dice Métraux-. Se mueven, comen, oyen a los que les
hablan, y aún hablan, pero no tienen memoria y conocimiento de su condición”.
Para salvarlos de su destino, los
supersticiosos ancianos creen que se les debe “matar” nuevamente, cortándoles
la garganta.
Se dice que los zombis son seres tranquilos
mientras no comen sal; si llegan a probarla reparan en su condición de esclavos
y su ira es incontenible. Matan a su dueño y destruyen sus pertenencias; luego
regresan a su tumba.
Investigaciones
de un caso real: En
1937 la folclorista estadounidense Zora Neale Hurston conoció en Haití el caso
de Felicia Félix-Mentor, fallecida y enterrada en 1907 y a quien, sin embargo,
muchos lugareños aseguraban haber visto viva treinta años después convertida en
zombi. Hurston se interesó por rumores que afirmaban que los zombis existían
realmente aunque no eran muertos vivientes sino personas sometidas a drogas
psicoactivas que les privaban de voluntad. Sin embargo, no pudo encontrar datos
que fueran más allá del mero rumor.
Como
transformar a un zombi: Varias décadas más tarde, en 1982, el antropólogo y etnobotánico
canadiense Wade Davis viajó a Haití para estudiar lo que pudiera haber de
verdad en la leyenda de los zombis y llegó a la conclusión —publicada en dos
libros: The Serpent and the Rainbow (1985) y Passage of Darkness: The
Ethnobiology of the Haitian Zombie (1988)— de que se podía convertir a alguien
en zombi mediante el uso de dos sustancias en polvo. Con la primera, llamada
coup de poudre (en francés, literalmente, «golpe de polvo», un juego de
palabras con coup de foudre, que significa «golpe de rayo» y también «flechazo»
amoroso), se induciría a la víctima a un estado de muerte aparente. Sus
parientes y amigos la darían por muerta y la enterrarían, y poco después sería
desenterrada y revivida por el hechicero. En ese momento entrarían en acción
los segundos polvos, una sustancia psicoactiva capaz de anular la voluntad de
la víctima.
El ingrediente principal de la primera
sustancia, el coup de poudre, sería la tetrodotoxina (TTX), una toxina que se
encuentra en el pez globo, que habita las costas del Japón y el Mar Caribe. La
TTX, administrada en una dosis semiletal (LD50 de 1 mg), es capaz de crear un
estado de muerte aparente durante varios días, en los cuales el sujeto sigue
consciente a pesar de todo. Otras fuentes hablan del uso del estramonio o
datura, que en Haití se llama concombre zombi, esto es, «pepino zombi». Según
la creencia popular, la ingestión de sal liberaría al zombi de los efectos de la
droga.
PARA
FABRICAR UN ZOMBI, EL RITUAL: Los que creen en ellos han elaborado inclusive interpretaciones acerca
de su creación. Según ellos, muchas personas ávidas de riqueza, honores, salud
o éxito, solicitan un favor de un brujo bocor. Este puede exigirles a cambio su
espíritu. Si el creyente acepta las reglas establecidas por el bocor, el mago
comienza su trabajo. Pasa el tiempo, y una noche el brujo llega hasta la cabaña
de su “cliente”. Viene montado en su jumento, pero dando la cara ala grupa.
Desciende, arrima su boca a cualquier grieta y aspira el alma del desgraciado,
encerrándola en un cobi (una botella con tapón de rosca). El infortunado cae en
una especie de trance y no tarda en fallecer. Al día siguiente sus parientes lo
encuentran muerto y, luego de velarlo, lo entierran. Después, el hechicero
acude al cementerio e invoca a los Loas o dioses principales, mayormente al
Barón Samedi (el demonio) y lanza un grito de exhorto al cadáver. Hace que sus
ayudantes lo desentierren. Pronuncia el nombre de la víctima y, puesto que el
brujo tiene su alma, la persona muerta tiene que levantar la cabeza en señal de
respuesta. Al hacerlo, el bocor pasa momentáneamente por debajo de la nariz la
botella con su alma. El muerto se reanima. Rápidamente los ayudantes le amarran
las muñecas. Lo suben sobre el asno y el brujo se lo lleva en ancas hasta su
choza, mientras sus ayudantes se quedan a cerrar cuidadosamente la tumba. El
brujo debe pasar por la casa de su víctima para asegurarse que éste nunca más
reconozca el camino. Al llegar a su destino, el bocor le da una droga para
revivirlo. Al volver a la vida, el “muerto” da sus primeros vacilantes pasos
como si fuera un robot. El zombi comerá, hablará, escuchará, caminará y verá,
pero carecerá de recuerdos y no tendrá conciencia de su estado.
Otra
historia: Davis
popularizó también la historia de Clairvius Narcisse, un hombre que aseguraba
haber sido víctima de esta práctica y haber vivido como esclavo zombi en una
plantación durante dos años.
Las publicaciones del antropólogo Wade Davis
atrajeron la atención de los estudiosos del tema debido a la amplia difusión de
su libro The Serpent and the Rainbow que fue además base para la película
homónima de Wes Craven en 1988; sin embargo, sus teorías han sido ampliamente
refutadas por varios investigadores:27 28 se afirma por ejemplo, que los
efectos que son supuestamente provocados por la zombificación pueden explicarse
completamente a partir de la amnesia, la esquizofrenia y otros desordenes
mentales.24 También se dijo que los ejemplos proporcionados por Davis
“contenían ingredientes confusos, o cuyo efecto era incierto o nulo”.3 Además,
sólo dos de los ocho tipos de polvo presentados por Davis en sus estudios
contenían pequeñas (y aparentemente inofensivas) cantidades de tetrodotoxina.27
29 Se alega igualmente que el hecho de que Davis haya pasado tan poco tiempo en
Haití, su desconocimiento de la lengua criolla, los pocos conocimientos que
parecía tener sobre la religión y la Historia del lugar, además de la manera
ficcionalizada en que presenta algunas de sus publicaciones, da como resultado
que sus investigaciones sean “poco profundas y crédulas”.
Por otra parte, es falso que el código penal
haitiano prohíba expresamente el uso de sustancias susceptibles de provocar la
zombificación, meme o idea falsa que en ocasiones se cita como demostración de
la existencia real de estas prácticas. Usualmente se cita el artículo 246 del
Código Penal haitiano que hace referencia al envenenamiento o al uso de
enervantes para privar de la vida a una persona y, si bien no se hace ninguna
referencia al término zombi, sí se específica que, cuando una persona, después
ser envenenada, es enterrada viva, se considerará como asesinato
PROLIFERACIÓN
DE UN RITO: Aunque
las creencias y prácticas mágicas del vudú se hallan sobre todo concentradas en
la isla de Haití, se difundieron también en los Estados Unidos, Francia y
Canadá. Esto se debió a diversos factores, entre los que se encuentran, la
cercanía geográfica, el idioma y el comercio de esclavos. El primer centro vudú
de los Estados Unidos se fundó en el siglo XVIII, en Louisiana. El rito se
extendió a Georgia y Carolina del Sur, y luego a Norte, a los ghettos y barrios
humildes de las grandes ciudades industriales.
Este arraigo a la religión vudú por parte del
pueblo haitiano no pasó inadvertido para el difunto dictador Francois Duvalier,
alias “Papa Doc”. Numerosos artículos periodísticos afirmaban que Duvalier
recurrió a la cara oscura del vudú para mantener el dominio sobre ciertos
estratos de la sociedad haitiana. Los creyentes del vudú lo consideraban como
el Supremo Houngan, y él utilizaba hábilmente este hecho y la ignorancia de sus
“súbditos”. Poseía una siniestra policía secreta: tipos salvajes, enmascarados
por las gafas oscuras que jamás se quitaban en público, lo cual les daba un
aspecto más sombrío. Eran los Tonton Macoutes, que algunos consideraban como
magos, y otros como zombis.
UN encuentro
real: El escritor
americano William H. Seabrook describe así su encuentro con un zombi durante su
visita a Haití en 1923:
“Los ojos eran lo peor. No se trataba de mi
imaginación. Eran verdaderamente los ojos de un muerto, no unos ojos ciegos ,
sino abiertos, que miraban hacia un punto indeterminado, sin ver. Toda la cara
era algo horrible. Era hueca, como si nada tuviera por detrás. No sólo parecía
inexpresiva, sino también incapaz de la menor expresión. En ocasiones previas
ya había visto en Haití un montón de cosas fuera de la experiencia normal y en
ese instante nauseabundo, casi de pánico, pensé, o mejor sentí: ‘¡Cielo santo!,
tal vez estas cosas sean ciertas…’”
¿REALMENTE
MUEREN?: En su
artículo Voodoo Death, el fisiólogo de la Universidad de Harvard, Walter B.
Cannon, describe el proceso por medio del cual un creyente en el vudú puede, si
se cree víctima de un hechizo, hacerse morir de miedo a sí mismo. El shock
autoinducido, que paraliza la circulación y determina que los órganos vitales
dejen de funcionar, faltos de oxígeno, puede ser provocado simplemente, según
el doctor Cannon, por el “funesto poder de la imaginación obrando a través de
un terror desenfrenado”.
Ciertos estudios afirman que en realidad el
paciente no muere. Es víctima de alguna droga vegetal proporcionada por el
brujo, que lo deja en estado de catalepsia, que, como sabemos, hace pensar a
los presentes que la víctima ha fallecido. De modo que, para evitar la
descomposición del cadáver, los entierros ocurren a las pocas horas del
fallecimiento de las personas. Si en realidad no se trata de una muerte real,
sino de un estado de catalepsia, esa noche el brujo sacará a la víctima de su
tumba. La revivirá usando otras drogas y apelando a ciertas raíces que afectan
los centros nerviosos y el cerebro, los dejará sin voluntad. A partir de
entonces será como un autómata pero no un zombi (muerto vivo).
Un caso
actual: Los
continuos casos de canibalismo en Miami abrieron la polémica de que estos
guarden relación con un ataque de muertos vivientes y hasta han generado
conjeturas de una posible apocalipsis zombi, a lo que las autoridades han
respondido con un contundente no.
A través de los años, los Centros para el
Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han publicado sobre
"advertencias zombis", que en realidad son solo trucos de preparación
para desastres. Pero el último jueves, la agencia lo hizo oficial: los zombis
no existen.
"Los CDC no tienen conocimiento de un
virus o una condición que reanime a los muertos (o uno que se presentan como
síntomas de zombis)", escribió el portavoz de la agencia David Daigle, en
un correo electrónico a The Huffington Post.
Sin embargo, los recientes incidentes en las
que personas supuestamente comían carne humana han repercutido en internet, al
punto de que "apocalipsis zombie" sea el término de búsqueda más
popular en Google en la mañana del viernes.
La locura zombi parecía comenzar con un ataque
en Miami el sábado, cuando Rudy Eugenio, 31 años, fue asesinado por la policía,
mientras comía casi la totalidad de la cara de un mendigo. La víctima, Ronald
Poppo, sobrevivió milagrosamente, pero los médicos están teniendo dificultades
para encontrar la manera de reconstruir su cara.
Luego, el martes, Alexander Kinyua (21) de Maryland
habría admitido que descuartizó a su compañero de habitación y luego comió su
corazón y el cerebro.
Policías en Canadá también están buscando a un
actor porno de bajo presupuesto que presuntamente mató a un joven con un
picahielo, desmembró el cuerpo y luego comió la carne del cadáver.
Luka Rocco Magnotta es buscado después de que
presuntamente enviaron por correo algunas de las partes del cuerpo a Ottawa.
Los zombis se han confirmado en el reino
animal, pero no en los seres humanos. Un hongo recién descubierto en un bosque
tropical de Brasil, llamado Ophiocordyceps camponoti-Balzani, infecta a una
hormiga, se apodera de su cerebro para mover el cuerpo a un lugar bueno para el
crecimiento, y luego matar a los insectos.
Opinion de
EEUU sobre los zombis: Después del chiste de Obama sobre la existencia de extraterrestres, del
rechazo de su gobierno a mostrar los documentos sobre seres de otro planeta y
el afán por ocultar una inminente apocalipsis zombie, el National Ocean Service
(NOS) de Estados Unidos publicó un artículo asegurando que LAS SIRENAS, esas
mujeres hermosas mitad humano y mitad pez, NO EXISTEN.
El texto en el que se hace esta afirmación fue
publicado como respuesta al documental Sirenas (Mermaids: The Body Found),
emitido por Animal Planet hace más de una semana. El autor del film había dicho
que la cinta contiene varios hechos reales y eso alarmó a la agencia yanqui.
Sobre todo por los registros de pruebas acústicos de la Marina de Estados
Unidos que aparecen en ella.
Por eso, el NOS no tardó en publicar su
respuesta: “No hay ninguna evidencia de que estas criaturas antropoideas hayan
sido descubiertas” y “no se sabe por qué la mayoría de los marineros cree en
ellas”. Su conclusión es que esa creencia se basa en hechos que sólo pueden
explicar “los historiadores, los filósofos y los antropólogos”.
“La película combina los fenómenos con la
historia de dos científicos que afirman haber encontrado los restos de una
criatura marítima desconocida. Una infografía espectacular reconstruye el mundo
donde las sirenas nadan bajo el agua, cazan con delfines y sobreviven en un
mundo contemporáneo”, escribe el NOS en su página web, en la que también
asegura que “nunca se ha hallado evidencia de humanoides acuáticos”.
Podríamos creer que la información otorgada por
el NOS de Estados Unidos es totalmente cierta. Pero cuando miramos hacia atrás
y vemos que su gobierno e instituciones se encargan sistemáticamente desde hace
tiempo de borrar rastros de la existencia de zombies, extraterrestres y de
cualquier tipo de criatura que sea distinta a nosotros, entonces empezamos a
dudar. ¿En quién debemos creer? Como siempre, en estos casos sólo nos queda
CREER O REVENTAR.
Zombis en la
naturaleza: Las
hormigas carpinteras tropicales (Camponotus Leonardi) viven en lo alto de las
copas de los árboles. Cuando son infectadas por un hongo parásito
(Ophiocordyceps unilateralis) el comportamiento de estas hormigas cambia
drásticamente, se comportan erráticamente y actúan como zombis. El hongo las
manipula hasta la muerte para obtener condiciones óptimas para la reproducción.
La nueva investigación, publicada en la revista BMC Ecology, examina los
patrones de comportamiento alterado en estas hormigas y muestra cómo el hongo
altera el comportamiento de las hormigas.
Los autores estudiaron en la selva de Tailandia
a hormigas carpinteras infectadas por el hongo O. unilateralis. A medida que se
desarrolla, el hongo se extiende por el cuerpo de la hormiga y la cabeza
provocando que los músculos se atrofien. El hongo también afecta al sistema
nervioso central de la hormiga y mientras las hormigas normales rara vez
abandonan las pistas por las que trabajan acarreando comida al hormiguero, las
zombis caminan de una manera aleatoria, incapaces de encontrar su camino a
casa. Las hormigas también sufren convulsiones que las hacen caer de los
árboles. Una vez en tierra fueron incapaces de encontrar su camino de regreso a
la copa y se mantuvieron en una zona de sotobosque que resultaba más fresca
para que el hongo pudiera desarrollarse.
Al mediodía solar (cuando el sol está en su
lugar más fuerte) el hongo sincronizaba el comportamiento de las hormigas
infectadas, obligándolas a morder la vena principal en el envés de una hoja. La
multiplicación de las células de los hongos en las cabezas de las hormigas hace
que las fibras dentro de los músculos que abren y cierran sus mandíbulas se
desprendan. Esto da lugar a un "gancho de cierre", que significa que
una hormiga infectada es incapaz de liberar la hoja después de la muerte. Pocos
días después, el hongo genera un cuerpo fructífero (estroma) de la cabeza de la
hormiga que libera esporas para ser recogidas por otra hormiga errante.
El doctor David Hughes, de la Penn State
University, ha explicado que el hongo ataca a las hormigas en dos frentes.
"En primer lugar mediante el uso de la hormiga como una fuente de
alimento, y en segundo lugar a través de sus músculos y sistema nervioso
central, dando lugar a zombis que acaban en el sotobosque húmedo". Este
comportamiento de las hormigas infectadas es esencialmente un fenotipo extendido
de los hongos (el comportamiento de hongos a través del cuerpo de la hormiga).
LOS PRIMEROS
INDICIOS: Tal vez
la primera investigadora que sospechó la verdad en el asunto zombi fue la
escritora Zora Neale Hurston. Nacida a finales del siglo XIX en una pequeña
aldea negra de Florida. Su padre fue un predicador baptista quien le inculcó la
admiración por las raíces africanas de su pueblo. Su interés le condujo a
estudiar, bajo la dirección del etnógrafo Franz Boas, los cultos africanos
instalados en América y principalmente en Haití. En la década de los treinta
viajó a la isla para investigar el culto vudú.
Zora Neale recopiló varios relatos de zombis.
Uno de ellos refiere que una tal Marie, una joven encantadora que pertenecía a
la alta sociedad de Haití, murió en 1909. Cinco años después sus antiguas
condiscípulas la vieron al lado de la ventana de una casa, en Port-au-Prince.
Hubo gran escándalo. El dueño de la casa se negó a que fuera registrado su inmueble.
La policía ordenó abrir la sepultura, a regañadientes del padre de Marie. En el
interior encontraron un esqueleto demasiado grande para ser el de Marie,
incluso casi no cabía en el ataúd. Al lado del esqueleto estaban las ropas con
las que había sido enterrada, cuidadosamente dobladas.
Entonces se dio una orden de cateo. Pero el
propietario ya había desaparecido y no encontraron ni rastro de la muchacha. Se
dijo que había sido convertida en zombi por un bocor. Al morir éste, su viuda
la había entregado a un cura católico, quien la confió al dueño de la casa. Los
miembros de la familia habían sacado a Marie ilegalmente de Haití, vestida de
monja. Más tarde su hermano dijo haberla visitado en un convento de Francia.
Durante su estancia en Haití ocurrió un hecho
sorprendente que marcaría la vida de la etnógrafa. En octubre de 1936 apareció
una mujer desnuda caminando por el borde de la carretera en el valle de
Artibonite. Decía llamarse Felicia Felix Mentor, natural de Ennery, y se
dirigía a la casa de su hermano. Estaba en un estado tan miserable que fue
conducida al hospital de Gonaives, en donde uno de sus hermanos la reconoció.
De acuerdo con sus declaraciones había “muerto” dos años atrás y había sido
enterrada. El certificado de defunción y las declaraciones de su marido, y
otros miembros de su familia, confirmaron el relato. Felicia había perdido por
completo la facultad de hablar y se escondía cuando alguien se le acercaba. No
era capaz de pensar coherentemente
La noticia llegó a oídos de la doctora Hurston,
quien visitó a la zombi en el hospital de Gonaives. Ahí logró fotografiarla,
siendo ésta una de las pocas fotografías que se conocen de zombis.
“La mujer ofrecía un espectáculo horrible
–escribió Hurston-, su cara estaba lívida, con ojos de muerto; los párpados
blancos rodeando los ojos, como si se los hubiesen quemado con ácido. No se le
podía decir nada ni oír una palabra de sus labios, sino sólo mirarla, y la
visión de aquel desecho era demasiado para soportarlo durante mucho tiempo”.
Zora Neale Hurston llegó a intuir la verdad. En
su libro Tell my Horse, publicado en 1938, expuso su hipótesis y sus
conclusiones extraídas de las pláticas sostenidas con los doctores que
atendieron a Felicia:
“Hablamos largo rato acerca de las teorías
sobre el modo en que una persona llega a ser zombi. Concluimos que no se
trataba de un caso de resurrección, sino de una apariencia de muerte inducida
por una droga, que muy pocos conocían. Un secreto traído probablemente de
África y transmitido de generación en generación. Los hombres conocen el
secreto de la droga y del antídoto. Es evidente que destruye la parte del
cerebro que rige la palabra y la voluntad. La víctima puede moverse y actuar,
pero no formula un pensamiento. Los dos médicos expresaron su deseo de
enterarse de ese secreto, pero se dieron cuenta de la imposibilidad de hacerlo.
Esas sociedades secretas son realmente secretas”.
Hurston estuvo a punto de descubrir que la
causante era la Datura stramonium, que los haitianos llaman cocombre zombi, o
pepino de los zombis: la flor sagrada de la Estrella Polar.
El nombre de esta planta proviene de la palabra
dhatureas, que eran bandas de ladrones de la India antigua. En ese país, tanto
los asaltantes como las prostitutas utilizaban esta planta para atontar a sus
víctimas. El principio activo de la planta actúa tópicamente, y una dosis
relativamente pequeña provoca alucinaciones e ilusiones enloquecedoras,
seguidas de confusión, desorientación y amnesia. Dosis más elevadas causan el
estupor y la muerte.
En el siglo XVII, Johann Albert de Mandelslo
escribió que las mujeres de la India engañaban a sus maridos con los europeos,
drogando a los primeros con datura, “entregándose a las delicias del sexo,
incluso en presencia de los maridos, que las miraban con ojos muy abiertos,
sumidos en un estupor total”. Decía que cuando un hombre ingiere Datura, se
atonta por 24 horas. “Durante ese tiempo está privado del uso de sus sentidos;
no puede ver lo que se encuentra frente a él, aún cuando mantenga los ojos
abiertos”.
La Datura se usó durante muchos años en los
ritos mágico-religiosos de Sudamérica. Los sacerdotes de los chibchas
suministraban una droga parecida a las esposas y los esclavos de los reyes
muertos, antes de enterrarlos vivos con sus difuntos amos. En México se le
utilizaba para “embrujar” a los amantes. Es el famoso Toloache.
La datura es una de las varias drogas que se
utilizan para “fabricar” zombis, pues como veremos, existen otras toxinas
involucradas en la poción zombi.
G. E. Simpson menciona el encuentro con otro
zombi de Ennery. La mujer se llamaba Francina Illeus, a la que apodaban Ti
Femme.
DOS ZOMBIS
EN VIVO: Las
investigaciones del doctor Douyon estuvieron apoyadas por el doctor Jean Bátiz
Romain, director de Investigación y Ciencias Humanas de la Universidad de
Haití. Romain, con 60 años (en 1980), había estudiado durante 35 años las
prácticas del vudú haitiano. En 1981 mostró al reportero mexicano Fernando Ríos
Parra, varias fotografías de zombis, pero rehusó que se publicaran. Estudió,
junto con Douyon, a tres zombis, dos de los cuales continuaron siendo atendidos
en el centro de investigación de Romain.
“El primer caso –relata Romain-, corresponde a
Ellen, quien, dos años después de haber fallecido (en 1978), es encontrada por
sus familiares, pero ya como una autómata.
“Ellen con 30 años de edad, tiene su acta de
defunción; sus padres y marido asistieron al funeral y la enterraron. Al volver
a la vida, luego de ser desenterrada, se le observó en la frente una marca o
perforación que sufrió por uno de los clavos del ataúd, que era suficiente para
haberla matado. La identificación de las huellas dactilares y el reconocimiento
de sus familiares hacen imposible una suplantación”.
Cuando se procedió a exhumar su ataúd, se le
encontró lleno de piedras.
Clairvius Narcisse es el otro caso. Fue
declarado muerto a la una y cuarto de la tarde del 2 de mayo de 1962.
La historia de Narcisse es la más importante de
todas ya que el hombre fue atendido en el servicio de urgencias del Hospital
Albert Schweitser de Deschapelles, en Artibonite, en donde se conserva un
registro preciso y digno de fiar. El hombre ingresó el 30 de abril a las 9:45
de la noche, sufriendo intensos dolores en todo el cuerpo y fiebre. Poco tiempo
después comenzó a escupir sangre y los médicos que lo atendían no pudieron
hacer nada. Narcisse sufrió hipotermia, náuseas e hipotensión, antes de quedar
totalmente paralizado y encontrar la “muerte”. Sin embargo, conservó la
conciencia hasta en la tumba, según contó después.
Sus hermanas, Angelina Narcisse y Marie Claire
Narcisse, estamparon su pulgar en el certificado oficial de defunción. El
cuerpo pasó al depósito de cadáveres, en donde permaneció por varias horas,
hasta que lo llevaron a enterrar.
Su funeral fue conocido tanto por sus parientes
como por sus amigos. Narcisse fue inhumado el 3 de mayo a las diez de la mañana
en el pequeño cementerio situado al Norte de su pueblo, L’Estere.
“Durante todo el tiempo estuve consciente,
aunque absolutamente inmovilizado. Escuché al médico cuando me declaró muerto y
oí a mi hermana llorar. Cuando me metieron al ataúd y lo clavaron, uno de los
clavos atravesó mi mejilla derecha, justo al lado de la boca. Pasó el tiempo,
tal vez días, cuando escuché que me llamaban por mi nombre, y el suelo se
abrió. Había tambores y gente que cantaba. Entre varios hombres me sujetaron y
maniataron. Luego me golpearon con un látigo obligándome a caminar en la
oscuridad de la noche. Caminamos durante varias jornadas ocultándonos de día,
hasta que llegamos a una plantación de azúcar”.
En 1980 regresó a su pueblo natal asustando a
quienes lo reconocieron. Clairvius se presentó ante su hermana Angelina
utilizando el diminutivo con que lo conocía la familia desde su niñez. Narcisse
contó que había sido un zombi y había trabajado como esclavo en una plantación
de azúcar durante varios años.
Dijo que había sido su propio hermano quien
había contratado a un bocor, Josef Jean, para convertirlo en zombi a causa de
su herencia: Clairvius no quiso ceder su parte y eso selló su destino. Todo
sucedió muy rápido: el domingo fue envenenado; el martes tuvo que ir a
Gonaives, porque se sentía débil y con náuseas; por la tarde, al ingresar al
hospital, tosía y respiraba con dificultad; al día siguiente, al medio día,
entró en agonía. La lista de síntomas incluyen: edema pulmonar, trastornos
digestivos con vómitos, dificultades respiratorias acentuadas, uremia,
hipotermia, pérdida rápida de peso, hipertensión, cianosis y parestesia. Durante
dos años permaneció trabajando como esclavo en la plantación de azúcar del
propio bocor, en las inmediaciones de Ravine-Trompette, un pueblo situado al
Norte cerca de Pilate, y no lejos de Cabo Haitiano. Junto a él trabajaba una
docena de zombis que recibían una sola ración de alimentos por día. La
alimentación era la misma que comía en su casa, sólo que no contenía sal. Uno
de los cautivos, no se sabe por qué razón, dejó de comer durante varios días;
luego pareció salir de su letargo y se reveló: tomó un azadón y mató al bocor
Al morir el brujo, los zombis se dispersaron. Clairvius no quiso regresar a su
pueblo por temor a su hermano y pasó dieciséis años vagando por diferentes
zonas; ocho años los pasó en Saint Michel de L’Attalaye. Al enterarse de la muerte
de su hermano, finalmente regresó a su pueblo.
La noticia dio vuelta al mundo y en 1981 la BBC
llegó a Haití para filmar un documental. Ayudados de la familia redactaron una
serie de preguntas que sólo el propio Clairvius podría responder. La entrevista
se hizo justo sobre la tumba de Narcisse, en donde se puede leer “Ici repose
Clairvius Narcisse”. Al llegar al cementerio se detuvo unos minutos, tratando
de orientarse, y luego se hizo paso entre las apiladas tumbas hasta llegar a la
suya. Ante las cámaras dijo:
“Ni siquiera estaba aquí cuando arrojaron
tierra sobre el ataúd. Mi cuerpo estaba aquí, desde luego, pero yo flotaba en
algún lugar indeterminado. Podía oír todo lo que sucedía. Entonces llegaron.
Tenían mi alma en su poder. Me llamaron y la enviaron a través del suelo.
Pensaban que yo era un bourreau (verdugo), de modo que, después de pasarse la
botella, me ataron los brazos a los costados. Después fui citado a juicio, para
ocho días más tarde. Son los amos de la tierra y hacen lo que les place”.
Clairvius no fue bien recibido en L’Estère,
dijo que al llegar los aldeanos se burlaban de él y que incluso su familia le
pidió que se retirara. Su propia hermana le ofreció dinero para que se fuera.
Todos le tenían miedo. Pronto se armó gran alboroto y llegó la policía. Tomó a
Clairvius bajo su protección y, tratando de evitar una tragedia, lo encerraron
en la cárcel para protegerlo. Luego fue trasladado a la misión baptista.
Finalmente el doctor Douyon se hizo cargo de él.
Natagette Joseph, otra de las zombis tratadas
por el doctor Douyon, nació en 1920 y murió en 1966 en una refriega a causa de
unas tierras. El cuerpo de la mujer fue llevado a la comisaría en donde el
policía a cargo firmó el certificado de defunción, por ausencia del médico. En
1980 fue reconocida mientras vagabundeaba en torno a su pueblo, por el mismo
policía que había certificado su muerte.
A finales de 1980 los medios de comunicación de
Haití informaron del descubrimiento de un grupo de personas que se comportaban
como retrasados mentales. Vagaban sin objeto cerca de la costa Norte del país.
Rápidamente los campesinos los identificaron como zombis. La policía los
capturó y los envió a Cabo Haití, en el destacamento militar. El ejército se
encargó de regresarlos a sus comunidades de origen.
Tanto Ellen como Narcisse están siendo tratados
de rehabilitar en el Hospital de Romain, aunque se avanza poco en ellos, ya que
la falta de oxígeno afectó sus cerebros.
Según se cree, los dos zombis que se tienen en
estudio, están ahí porque se cometieron sendos errores con ellos. En el caso de
Ellen, el bocor murió bruscamente, por lo que ella quedó liberada sin
proponérselo. En el segundo, uno de los encargados de darle un brebaje le dio
por equivocación sal, y esto provocó que se rebelara y saliera del control del
sacerdote.
OTRAS DROGAS
TERRIBLES: La
tetrodotoxina proviene del pez erizo cornudo (Diodon hystrix), también conocido
como pez globo por su costumbre de hincharse cuando es molestado. Un pez erizo
de 20 centímetros absorbe poco más de un litro de agua, al mismo tiempo que
eleva sus espinas hasta convertirse en un cojín flotante lleno de pinchos.
Estos peces son afines a los Teiraodon, cuya
carne y viseras son altamente tóxicas, como consecuencia de una singular
neurotoxina: la tetrodotoxina, o simplemente TTX. Viven en la mayoría de los
mares cálidos del mundo. En la Polinesia se les conoce como Maki-Maki, que
significa “muerte mortal”. El veneno se concentra en la piel, los órganos
reproductores, el hígado y los intestinos.
La tetrodotoxina, cuya fórmula química es
conocida desde 1965, posee una curiosa propiedad de la cual deriva un efecto
especial: bloquea los canales submicroscópicos que permiten el paso de iones de
sodio a través de la membrana de las células nerviosas y musculares. El bloqueo
iónico imposibilita las actividades nerviosa y muscular. Así, se produce una
parálisis de los músculos del organismo y una depresión del sistema nervioso.
Ahora bien, recordemos que las leyendas vudú
afirman que hay que evitar proporcionar sal (cloruro de sodio) a los zombis,
para que estos permanezcan en ese estado. Parece ser que esta leyenda también
tiene un fundamento. Probablemente al aumentar la concentración de iones de
sodio en el cuerpo de los zombis, al ingerir sal por descuido, se contrarrestan
los efectos del bloqueo iónico de la tetrodotoxina.
La bufotenina, otra de las drogas encontradas
por Davis, proviene del sapo Bufomarinus. Estos sapos tienen veneno en unas
glándulas situadas detrás de los ojos, las glándulas Parótidas. El veneno
contiene una serie de sustancias llamadas bufoteninas, bufotalinas y bufaginas.
Algunas tienen el mismo efecto que la digitalia: disminuyen las pulsaciones del
corazón y aumentan la presión sanguínea, lo que va acompañado de hinchazón y
náuseas.
DATURA Y
CURARE: Davis
encontró que los bocors obligan a los zombis a comer una pasta hecha de Datura,
una potente planta alucinógena del género de los herbáceos, de la familia de
las solanáceas, que acumulan alcaloides en las hojas, raíces y semillas.
Comprende dos especies importantes: Datura metel y Datura stramonio.
El Datura stramonio es originario de México y
comprende unas veinte plantas, algunas de ellas muy ornamentales y cultivadas
con frecuencia en los jardines. Son plantas de olor desagradable que alcanzan
más de un metro de altura. Sus hojas son aovadas, delgadas y agudas. Las flores
son blancas y tubulares, con cáliz tubuloso, y se alargan en su extremo
formando cinco lóbulos algo radiados. Están sobre cortos cabillos. La corola es
blanca y el fruto es una cápsula ovoide erizada de púas verdes. En su interior
poseen cuatro cavidades en las que alojan numerosas semillas reniformes de
color oscuro. En términos generales tienen forma de Dalia.
La Datura stramonio es conocida en Haití como
“Pepino de los zombis”. Nace en primavera, florece en verano hasta bien entrado
el otoño y muere a principios del invierno. Su principal alcaloide es la
daturina, aunque también tiene hiosciamina (Atropina) y escopolamina.
Davis continuó sus investigaciones en
Sudamérica. En el Amazonas se dedicó a estudiar las plantas medicinales y
brebajes utilizados por los nativos. Trabajó con más de una docena de tribus y
encontró que el veneno más conocido era –y sigue siendo- el Curare.
El Curare es una sustancia extraída de diversas
especies del género Strychnos (Strychnos toxifera, Strychnos panamensis, etc.)
El Curare debe su acción al alcaloide
D-tubocurarina, que produce bloqueo del impulso nervioso a nivel de placa
motora; ello trae como consecuencia una parálisis muscular, que afecta primero
a los músculos de la cara, proporcionándole a la víctima un aspecto de idiota,
y en el último término a los músculos respiratorios. Dicha acción es
contrarrestada por la Fisostigmina y la Prostigmina.
En la antigüedad lo utilizaban los nativos de América,
Asia y Oceanía para impregnar sus flechas. Los monos envenenados comienzan por
relajar sus músculos y terminan por caer de los árboles. “La poción no mata
necesariamente a los monos”, dice Davis. Actualmente se emplea para reducir las
convulsiones y espasmos musculares, y suprimir así el peligro de fracturas
óseas, en el electrochoque, y en muchos síndromes neurológicos que causan la
hipertonía muscular. Asimismo se utiliza en la anestesia con el fin de obtener
una relajación muscular más completa.
DEL AMAZONAS
AL JAPÓN: Para
averiguar más sobre estas pociones, Davis recurrió a una extraña fuente de
información: la literatura médica japonesa.
Engelbert Kaempfer, médico agregado a la
embajada holandesa en Nagasaki a finales del siglo XVIII escribió:
“Los japoneses lo consideran un pescado muy
delicado, y son muy aficionados a él, pero hay que quitarle la cabeza, las
tripas, las espinas y todos los desperdicios, y lavar y limpiar cuidadosamente
la carne antes de que esté lista para comerla. Y aun así, mucha gente muere a
causa de él. El veneno de este tipo de pescado es absolutamente mortal, y
ningún lavado ni limpieza puede eliminarlo. Por consiguiente, nadie lo quiere,
a no ser que pretendan quitarse la vida”.
Kaempfer se refería al Fugu o pez globo. Cada
año unos 50 japoneses padecen envenenamiento con tetrodotoxina, por comer peces
erizos cornudos mal preparados, y, aún más, la mitad de ellos muere. El veneno
actúa con rapidez. En media hora la víctima se siente débil y mareada, con
sensación de hormigueo, y el entumecimiento se extiende apareciendo el sudor,
la dificultad para respirar y hemorragias. Finalmente, la parálisis y quizá la
muerte.
En Japón, algunos restaurantes especializados
sirven este pez, preparado por Chefs especialmente entrenados. Se eliminan las
entrañas antes de comerse. Si se llega a consumir el veneno en pequeñas
cantidades produce una sensación placentera y eufórica. Además se cree que es
un afrodisíaco. Tal vez por eso los japoneses se atreven a comerlo. Existe un
refrán japonés que dice : “Grande es la tentación de comer Fugu, pero mayor es
el temor de morir”.
Davis descubrió algunos casos que “parecían
relatos de zombificación”: dificultad para respirar, mirada vidriosa y
parálisis. Algunos japoneses fueron declarados muertos, pero revivieron después
de haber sido enterrados. Sin embargo, las víctimas conservan sus facultades
mentales. En dos casos, por lo menos, los japoneses afectados recuperaron sus
facultades antes de que los enterraran. Durante horas, la persona intoxicada se
encuentra en un estado de muerte reciente. La muerte se produce por parálisis
de los movimientos respiratorios.
“Una docena de jugadores se hartaron de fugu en
Nakashimamachi de Okayama, en Bizen. Tres de ellos presentaron síntomas de
envenenamiento, y dos acabaron por morir. Como uno de los muertos era natural
de la ciudad, fue enterrado sin dilación. El otro pertenecía a un distrito
distante…, bajo la jurisdicción del shogun. Por consiguiente, el cadáver fue
trasladado a un depósito, donde quedó bajo la vigilancia de un guardián hasta
que un funcionario del gobierno pudiera examinarlo. Siete u ocho días más tarde
el hombre recobró la conciencia y curó por completo. Cuando le interrogaron
acerca de su experiencia, dijo que lo recordaba todo y afirmó que, cuando oyó
decir que la otra persona había sido enterrada, quedó aterrorizado al pensar
que podían sepultarle vivo”.
“Un hombre de Yamaguchi, en Boshy, sufrió en
Osaka un envenenamiento por fugu. Creyendo que había muerto, enviaron su cuerpo
al crematorio de Sennichi. Al retirar el cuerpo del carro en que lo habían
transportado, el hombre se recobró y regresó a su casa. Como en el caso
anterior recordaba todo lo sucedido”.
Davis menciona un tercer caso:
“En la Nochebuena de 1977 un residente de
Kyoto, de cuarenta y ocho años, fue admitido en el hospital a causa de un
envenenamiento por fugu. El paciente dejó pronto de respirar, y todos los
síntomas demostraban la muerte cerebral. Los médicos recurrieron de inmediato a
la respiración artificial y a otros tratamientos adecuados. No le sirvieron de
nada pero, cuarenta y ocho horas más tarde, el paciente empezó a respirar de
nuevo de modo espontáneo. Acabó por recuperarse del todo y, más tarde, recordó
haber oído llorar a su familia sobre su cuerpo inmóvil. El veneno no le había
afectado los sentidos. Desesperado, intentó hacerles saber que seguía con vida,
pero no pudo conseguirlo. “Fue un verdadero infierno”, dijo a los
investigadores médicos cuando se recuperó”.
Los investigadores japoneses Fukuda T. y Tani
I. distinguen cuatro grados de envenenamiento con tetrodotoxina: los dos
primeros se distinguen por una sensación progresiva de entumecimiento; el
tercero incluye parálisis del cuerpo entero, dificultades respiratorias, cianosis
y presión sanguínea baja, aunque la víctima conserva la conciencia; el último
grado produce un paro respiratorio y la muerte.
LA SOLUCIÓN
AL MISTERIO: Davis
cree que los bocors, que conocen perfectamente las cualidades positivas y
negativas de las plantas, preparan un brebaje para dárselo a la persona,
aplican una cocción conteniendo Bufotenina y tetrodotoxina a la piel de sus
víctimas, causando una dificultad respiratoria, insuficiencia cardiaca y renal,
agitación psicomotriz y confusión mental progresiva.
La persona cae en un estado de enfermedad
grave, más grave, hasta que el cuerpo empieza a ponerse rígido, adquiere un
tono cadavérico y el pulso se hace débil, tan débil que llega a creerse que
está muerto. Parece que no hay ningún soplo humano en sus células y después de
varias horas, si al doctor se le pide el certificado luego de sus exámenes,
determina oficialmente que esta persona está muerta. La víctima es enterrada.
El bocor se encarga, antes de 24 horas, de
exhumarlo y devolverlo a la vida… Pero a la vida de zombi, drogándolo con
Datura. El tratamiento a que se somete a la víctima es brutal. En este punto es
decisivo suministrarle al presunto zombi un preparado vegetal alucinógeno a
base de stramonio (Toloache). La víctima, probablemente afectada por lesiones
residuales en el cerebro, provocadas por la escasez de oxígeno durante la falsa
muerte y el sucesivo sepelio, vuelve a tener conciencia en medio de espantosas
alucinaciones y es fácil convencerlo de que es un “muerto viviente”.
Las investigaciones realizadas por Davis
señalan que el zombi sólo puede efectuar trabajos físicos, como labores en el
campo y en la casa. Las funciones intelectuales son perdidas por completo, e
incluso habla con dificultad. Vive como un retrasado mental o idiota y pierde
por completo sus posibilidades de hacer vida sexual. Se ha convertido en un
esclavo.
“Es verdad –dice el doctor Douyon- que hay
personas consideradas como muertas y enterradas que “resucitan” y son
encontradas meses o años después por sus familiares o amigos. Pero no hay nada
de misterioso en esto; más bien se trata de un asunto terriblemente inmoral.
Llevo años denunciándolo”.
Para concluir sólo señalaremos que el mismo
antiguo Código Penal Haitiano, en su artículo 246, hacía referencia directa a los
zombis:
“Se considera atentado a la vida de una persona
por envenenamiento, todo empleo que se haga contra ella de sustancias que, sin
dar la muerte, hayan producido un estado letárgico más o menos prolongado, y
esto sin tener en cuenta el modo de utilización de estas sustancias o su
resultado posterior. Si a consecuencia de este estado letárgico la persona ha
sido enterrada, el hecho será calificado de asesinato”.
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