¿Matrimonio o Concubinato?
Definición: Concubinato es un término que procede
del latín concubinātus y que refiere a la relación marital que mantiene una
pareja sin estar casada. A los integrantes de estas parejas se les conoce como
concubinos aunque, en ciertas culturas, la concubina era una mujer de menor
posición social que el hombre en una relación del tipo matrimonial.
El concepto de concubinato se remonta a la Antigua Roma y a
tiempos bíblicos. Por lo general, el concubinato era voluntario (ya sea por un
acuerdo entre el hombre y la mujer o entre el hombre y la familia de la mujer)
ya que se consideraba que esta relación aportaba seguridad económica a la
mujer. Existía, de todas maneras, el concubinato servil que suponía la
esclavitud sexual de la mujer.
En el Imperio Romano y en la Antigua China, el concubinato
tenía un estatus legal inferior al matrimonio. Esto quiere decir que un hombre
podía tener una esposa y una concubina de manera simultánea. Las leyes
occidentales, en cambio, sólo admitían el matrimonio monógamo y dejaban a la
concubina fuera de cualquier protección legal.
En la actualidad, en cambio, el concubinato se asocia a una
pareja de hecho que convive de forma estable y que mantiene una relación
análoga a la matrimonial o conyugal. Por eso, muchos Estados han incluido a
estas parejas dentro de un marco legal para evitar el desamparo de alguno de
sus miembros en caso de enfermedad o muerte.
El 30% de padres vive en concubinato: Según el
último informe del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 30% de los padres en Bolivia no
están casados y viven en concubinato. Mientras que 64% son casados.
El estudio realizado por esta institución denominado
Encuesta de Hogares informa que 1.666.594 ciudadanos, el 64,6% de los padres en
Bolivia, habrían contraído matrimonio. Asimismo, se destaca que al menos el 1,4
por ciento serían solteros, el 1,3%
divorciados y el 2,8% viudos.
De acuerdo al INE , el 67,4% del total de papás habitan en
el área urbana y el 32,6% en el área rural. De este total, habitaban en el área
urbana y el restante 32,6% en área rural. El 31,5% de los padres que viven en
concubinato son del área urbana. Mientras que en el área rural el 26,7%.
Convivir con tu pareja cuando hacerlo y que considerar:
Hay un momento dentro de una relación en el que se desea compartir aún más con
el otro. El tiempo juntos resulta insuficiente, los traslados incómodos y los
planes a futuro parecen ser suficientes como para empezar una vida en común.
Incluso el factor económico es importante. Pero antes de dar el paso, hay
algunas preguntas que debieras hacerte para saber si estás listo.
¿Por qué tomo esta decisión?
¿Te sientes obligado de alguna manera? ¿Te parece que es el
paso "que sigue"? ¿Sientes que esto es lo que al otro le hace feliz?
Ninguna de las razones anteriores es suficiente.
Convivir supone ceder y compartir. Habrá cambios en tu
rutina y perderás algunas de las costumbres que tienes para adaptarte a otras
en común. Para convivir con otra persona tienes que estar íntimamente convencido
de que realmente quieres dar el paso, tiene que producirte entusiasmo y
felicidad esta decisión, de lo contrario NO lo hagas. Es mejor esperar y
charlarlo con tu pareja.
Plantea abiertamente qué significa la convivencia para ti
La convivencia puede ser entendida como un "ensayo
general" para el matrimonio. Pero también la convivencia puede ser el
compromiso máximo que pretendes enfrentar. Las posiciones a este respecto deben
estar claras entre los dos. Vamos a convivir por un tiempo, vamos a convivir y
eventualmente casarnos, o vamos a iniciar una familia con hijos en esta
convivencia.
Que este punto no esté claro puede ser fuente de crisis de
pareja y conflictos graves.
Estar con tu pareja por periodos de tiempo largo te gusta
Sé honesto contigo mismo. Estar con tu pareja presente por
largos periodos de tiempo te gusta o no te gusta. Si sientes aburrimiento,
impaciencia, hastío, ganas de estar solo, irritación o mal humor… entonces
puede ser un signo de alarma.
Convivir no significa estar 100% del tiempo juntos pero sí
que la presencia del otro es constante. Debe ser placentero estar con el otro
en todos los casos. Es decir: ¿te diviertes con tu pareja?, ¿tienen gustos
parecidos?, ¿respetan los silencios y espacios del otro?
Asegúrate de que los estilos de vida son compatibles
Directamente derivado del punto anterior, viene este. Una
cosa es encontrarse en un lugar a determinada hora para disfrutar de una
salida, y la otra es vivir con un estilo de vida definido… que no es el tuyo.
Si eres un madrugador voluntario, te encanta el trekking,
odias las aglomeraciones humanas y eres vegetariano, mal vas a compatibilizar
tu vida con otra persona que ame tenderse horas y horas después del mediodía al
sol en una playa tras haber bailado toda la noche.
Otras cuestiones que parecen menores pueden resultar un gran
problema. Odias las mascotas pero tu pareja quiere llevar la suya a la
convivencia. No soportas los almuerzos familiares los domingos pero tu pareja
tiene una tradición familiar de comer con sus padres que es "sagrada".
Asuntos financieros
Los problemas de pareja por cuestiones económicas son más
que frecuentes. Es un tema delicado que sí o sí tienes que abordar antes de
comenzar una convivencia. Las cuentas claras facilitan la convivencia.
Una excelente sugerencia es sentarse a calcular qué gastos
habrá cuando convivan. Cuáles serán los gastos fijos esenciales y cuáles los
adquiridos por gusto o por costumbre. Entonces, lo mejor es decidir cómo se van
a repartir los gastos o, en su defecto, quién se hará cargo, hasta cuándo y de
qué manera.
Suena poco romántico, pero una charla con la calculadora por
medio ayudará a prevenir muchos dolores de cabeza y de corazón más tarde.
10 riesgos de vivir en pareja sin casarse: malo para hombres,
mujeres y niños
La cohabitación (compartir casa y relaciones sexuales sin
casarse) está creciendo: hace 35 años aún era algo raro, socialmente tabú. En
los años 60, en EEUU, creció un 20%; en los 70 un 200%, en los años 80, un 80%,
en los años 90 creció otro 66%. Entre el 2000 y el 2004 sólo ha crecido un
7,7%.
Patrick Schneider, especialista en geriatría y salud pública
de la Universidad de Harvard, ha recopilado una serie de datos (en
www.newoxfordreview.org ) , especialmente referidos a EEUU aunque muy
aplicables a otros países de Occidente, en los que se condensan los efectos
socialmente negativos del cohabitar. Como todos los datos estadísticos, habrá
parejas que cohabiten sin verse reflejados en esos datos. Pero la estadística
habla de lo que sucede a grandes cantidades de personas y del porcentaje de
riesgo.
Diez riesgos de cohabitar
1. Son relaciones inestables: pasados tres años de
cohabitación, sólo una de cada seis parejas siguen juntas; sólo una de cada
diez sobrevive 5 ó más años. (Bennet,
W.J., The Broken Hearth: reversing the moral collapse of the American Family,
2001)
2. Cohabitar aumenta el riesgo de divorcio: en Estados
Unidos los que se casaron sin cohabitar antes se divorcian en un 21%. En
cambio, los que cohabitaron antes de casarse, se divorcian un 39%. El riesgo es,
pues, prácticamente el doble. (Bennet,
obra citada).
3. Cohabitar carga más sufrimiento sobre la mujer: al menos
en EEUU, las mujeres en cohabitación aportan el 70% de los ingresos del hogar,
y suelen cargar con responsabilidades y deberes hacia los niños y la casa, sin
el apoyo de una protección legal. (Crouse, J.C., "Cohabitation:
consequences for Mothers and Children", presentación en Kuala Lumpur,
Malaysia, 11-14 de octubre 2004, X Aniversario del Año Internacional de la
Familia de Naciones Unidas).
4. Cohabitar va relacionado con más riesgo de enfermedades
sexuales: los hombres que cohabitan multiplican por 4 el riesgo de tener
enfermedades de transimisión sexual (Crouse, J.C., obra citada). En 1960 sólo
había 3 enfermedades sexuales; hoy hay dos docenas de ellas con consecuencias
incurables. Los casos diagnosticados en EEUU de enfermos por transmisión sexual
se han triplicado de 1993 a 1999. (Crouse, J.C.; Gaining Ground: A profile of American Women in the
Twentieth Century, 2000).
5. Cohabitar implica un mayor riesgo de problemas
psiquiátricos y de abuso de sustancias: la Universidad de California Los
Angeles hizo una revisión de 130 estudios y comprobó que los matrimonios
precedidos por cohabitación tienen mayor tendencia a padecer problemas de alcohol
y drogas. (Coombs, R.H.
"Marital Status and Personal Well-being: A literature review"; Family
Relations, enero 1991). La depresión es el triple de frecuente en
parejas que cohabitan que en matrimonios (Robbins, L., Rieger,D, Psychiatric
Disorders in America, 1990).
6. Cohabitar aumenta la pobreza de los niños: el nivel de
pobreza de los niños en familias cohabitadoras es cinco veces mayor que en
hogares matrimoniales (Bennet, obra citada).
7. Cohabitar perjudica a la conducta y emotividad de los hijos:
Comparados con hijos de padres biológicos casados, los chicos y chicas de 12 a
17 años con padres cohabitadores ven multiplicada por 6 su posibilidad de desarrollar problemas
emocionales y de conducta (Booth, A., Crouter, A.C., eds. Just Living Together: Implications of
Cohabitations on Families, Children and Social Policy, 2002). Además,
las notas de los adolescentes ven aumentar en un 90% su riesgo de ser bajas y
su posibilidad de ser expulsados del colegio crece en un 122% (Manning, W.D;
Lamb, K.A.; "Adolescents Well-Being in Cohabiting, Married and Single
Parent Families", Journal of Marriage and Family, novimebre 2003). En
EEUU, la cohabitación va asociada con una escasez de abuelos, tíos, tías y
primos y la falta de apoyo que eso implica (Bennett, obra citada).
8. Cohabitar tiene relación con un aumento del crimen
juvenil: En 1980, en EEUU había una población reclusa de medio millón de
personas. Hacia el 2000 tenía dos millones de presos. El 70% de los presos
juveniles en instituciones estatales venían de hogares sin padre (Drake, T.
"The father factor: crime on increase in Dad Free zones", National
Catholic Register, enero 2007). Tres de cada cuatro niños implicados en
actividades criminales vivían en hogares en cohabitación (Crouse, obra citada).
9. Cohabitar aumenta el riesgo de maltrato sexual a los
niños: el riesgo de que un niño sufra abusos sexuales es 6 veces mayor en
familias adoptivas, 14 veces mayor en hogares de madre soltera (que nunca llegó
a casarse), 20 veces mayor en familias con padres biológicos que sólo cohabitan
y 33 veces mayor cuando la madre cohabita con un hombre que no es el padre
biológico de los niños (Crouse, obra citada).
10: Una mujer en cohabitación en EEUU multiplica por 3
(respecto a las casadas) el riesgo de sufrir agresiones físicas (Salari, S.M.,
Baldwin, B.M., "Verbal, physical and injurious aggression among intimate
couples over time", Journal of Family Issues, mayo 2002). Cohabitar además
multiplica por 9 (con respecto a las casadas) el riesgo de que la mujer sea
asesinada. (Shackelford, T.K.,
"Cohabitation, Marriage and Murder: woman-killing by male romantic
partners", Aggressive Behavior, vol. 27, 2001).
¿Conviviencia o matrimonio?: El matrimonio es un
contrato afectivo, legal y económico entre dos personas. A veces este contrato
se hace, además, ante la figura religiosa de cada uno. La seguridad y solidez
que ofrece el matrimonio a una pareja estable no siempre es bien recibida. No a
todos les gusta firmar un contrato para hacer legal su amor. La convivencia y
el matrimonio son muy parecidos en el día a día pero encierran aspectos muy
diferentes.
La sociedad está diseñada desde todos los aspectos para que
la figura del matrimonio ordene y encaje perfectamente nuestro modo de vida.
Sin embargo, hay un número creciente de parejas que no se
casan y deciden convivir juntas. De este modo la vida cotidiana es la misma que
la de una pareja casada.
¿Qué alegan las parejas que no se casan? Que no
necesitan firmar ningún tipo de documento para sellar su amor. Están en lo cierto,
no es necesaria la rúbrica para formar un hogar. La convivencia de dos personas
debe ser libre y voluntaria, elegirse cada día como amantes y desear continuar
esa unión.
Mucho del rechazo al matrimonio es una respuesta psicológica
a sentirse aprisionado por firmar y prometer permanecer junto a la misma
persona por el resto de la vida. Hay parejas que han convivido durante años y
han fracasado poco después de haberse casado.
Ser padres suele ser un aliciente extra para pasar por la vicaría . Los hijos encuentran una protección legal
mucho más fácilmente si son hijos de padres casados. Esto es un hecho en casi
todos los países latinos. Si la madre no está casada con el padre del niño se
complican tremendamente todos los trámites que necesite el pequeño, desde el
seguro médico hasta el colegio.
¿Qué ofrece la convivencia a cambio? Libertad y
autonomía. Es un compromiso hecho con el corazón que puede romperse en el
momento que el amor desaparece. Por eso continuar dentro de una relación de
concubinato parece ser un acto de elección diaria, de amor verdadero, no hay
ataduras reales. La unión se disuelve sin costosos divorcios ni procesos
legales económicos. Lo tuyo es tuyo, lo mío es mío y cada uno por su camino.
En realidad, matrimonio y convivencia están separados por
aspectos prácticos. Algunos ven en el matrimonio una demostración de compromiso
frente a la sociedad, otros van un paso más allá y quieren ver su unión de
pareja aprobada por la sociedad y por su religión, este es un aspecto
fundamental de los matrimonios religiosos que es absolutamente imprescindible
para las personas creyentes.
Entonces, ¿qué elegir? ¿Matrimonio o convivencia?
Pues todo depende del grado de seriedad que le des a tu relación, y de los
planes futuros que tengas. Si deseas formar una familia y tener hijos, crecer
económicamente y compartir un hogar común, lo más sencillo es que te cases y
establezcas tu pareja de la manera tradicional, con las seguridades y
compromiso que ello conlleva.
Si amas mucho a tu pareja pero prefieres mantener una
economía independiente, no te gusta firmar acuerdos legales acerca de tus
sentimientos o no sientes comodidad con la idea y prefieres convivir y ver qué
pasa con el tiempo, pues entonces tu opción no es el matrimonio por ahora.
Concéntrate en lo que sientes, háblalo con tu pareja y decidan juntos el
camino, al final lo que cuenta es que haya sido una vida en común.
Por que los jóvenes de hoy no quieren ni casarse ni
concubinar: Hoy en día a los jóvenes les cuesta mucho más que antes
comenzar a sentirse verdaderamente adultos. Se aferran a la juventud y
continúan viviendo como cuando eran adolescentes, sin responsabilidades, ni
obligaciones hasta mucho después de los treinta años.
Si son solteros o divorciados, se comportan como
adolescentes, compartiendo grupos deportivos, andando en patines, preocupándose
por su esquema corporal, haciendo gimnasia, dietas y tratamientos de todo tipo
para verse más jóvenes o para recuperar el cabello, sometiéndose a cirugías
estéticas y tomando vitaminas.
Todos estos esfuerzos para mantenerse en forma, más el
tiempo que necesitan para trabajar, no les permite disponer de tiempo
suficiente para dedicarle a una relación y menos si tienen hijos.
Casarse implica asumir que ya son adultos y muchos no están
en condiciones de hacerlo.
Una falsa prueba: vivir juntos antes de casarse: La
cohabitación antes del matrimonio se ha convertido en una opción aceptada entre
los jóvenes, puesto que parten de la idea de que este tiempo les servirá para
probar si la relación funciona o no. Pero las investigaciones muestran que en
la mayoría de los casos, este “periodo de prueba” no da tan buenos resultados y
pocas veces conduce al matrimonio.
Es un tema de disputa. Los que están a favor, afirman que la
convivencia previa al matrimonio permite conocer a la otra persona y comprobar
la compatibilidad de caracteres, sin embargo, las cifras revelan que son menos
del 20% las parejas que llegan a casarse después de haber vivido juntos.
Los expertos destacan tres diferencias principales entre el
matrimonio y la cohabitación, siendo el compromiso conyugal una elección más
duradera y exitosa, superando con creces a la cohabitación:
1. El matrimonio es un compromiso; sólido y a largo plazo.
La cohabitación es una forma de vivir el presente sin darle mayor importancia
al futuro, lo que hace frágil a la relación debido a su poca proyección en el
tiempo. Por lo mismo, ante las primeras dificultades, se tiende a concluir la
relación pues no hay compromiso por el cual luchar. “Las parejas que viven juntos,
toleran menos la insatisfacción y dejarán romper un matrimonio que podría
haberse salvado”, dicen Popenoe y Whitehead autores de Should We Live Together?
publicado por Aceprensa.
En el matrimonio en cambio, existe un motivo más fuerte y
éste anima a los esposos a conservarlo a pesar de los momentos difíciles; es un
vínculo con objetivos claros y ambiciosos.
2. Ella quiere “vivir juntos” para compartir el amor. Él
quiere sexo sin compromiso. Se ha encontrado que la mayoría de las veces, son
los varones los que proponen a sus parejas irse a vivir juntos y ellas terminan
accediendo por dos motivos principales: el primero es por temor a perderlos,
puesto que se impone como una decisión unilateral y ocurre cuando los hombres
son reacios al matrimonio; y el segundo motivo por el cual las mujeres acceden
a la convivencia, es porque piensan que de esta forma acercarán sutilmente a su
novio al altar.
“Ella piensa que vivir juntos es un paso previo (intermedio)
hacia el matrimonio, que es un paso más hacia el compromiso, la vida adulta.
Él, en cambio, piensa que es `una manera conveniente y con poco riesgo´ de
probar el producto. `Poco riesgo´ quiere decir `poco o nulo compromiso´,
sensación de provisionalidad y salida fácil.”
En estos casos, hay muy poca la probabilidad que la
convivencia lleve a un matrimonio, pues cuando el varón definitivamente no
quiere establecer un compromiso matrimonial, permanecerá en su posición y la
mujer quedará esperando algo que nunca llegará.
Maria Marin, la reconocida coach, conferencista y autora,
coincide con esta idea: “Un hombre que tiene inseguridades de compartir el
resto de su vida con una mujer, no cambiará porque ahora comparten la misma
dirección”.
3. En el matrimonio somos “nosotros”, no “tú y yo”. Linda
Waite, de la Universidad de Chicago, descubrió que las parejas casadas no sólo
han hecho un contrato a largo plazo que favorece la inversión emocional:
“además, comparten recursos y son capaces de actuar como una pequeña compañía
de seguros contra las incertidumbres de la vida.” *Aceprensa.
Aunque no es una regla general, en la cohabitación las
parejas suelen ser independientes, incluso en los aprietos. Independencia que
puede llamarse también individualismo y que presenta un interés especial por lo
que atañe a sí mismo, excluyendo a la pareja. Este tipo de relación, es similar
a dos barcas que navegan por un mismo mar, pero cuando una se hunde, la otra
sigue su camino. Por consiguiente no hay un equipo y por ello no se comparte
nada; “lo tuyo es tuyo, y lo mío es mío”.
Finalmente cabe aclarar que cada relación se desarrolla bajo
condiciones particulares, pero lo que sí es irrefutable es que el matrimonio
supone un verdadero compromiso, una promesa de amor y apoyo mutuo que provee el
escenario óptimo para realizar una misión conjunta perdurable en el tiempo, la
cual posee mayores probabilidades de afrontar las dificultades antes de romper
la unión.
10 cosas para convivir de manera casi ideal: Todas
los matrimonios, sin importar cuán felices sean, deben esforzarse en mantener
la relación funcionando. Al convivir en pareja surgen una gran variedad de
problemas y malentendidos que pueden desgastar la relación con el paso del
tiempo.
Para tener un matrimonio feliz y duradero, hace falta
desarrollar hábitos que les permitan superar las dificultades y fortalecer el
amor que sienten el uno por el otro.
1. Ataca el problema, no a tu pareja. Todos los matrimonios
tienen discusiones. Sin embargo, para convivir en pareja hace falta atacar los
problemas y resolverlos, no criticar al otro. Con las críticas destructivas
sugerimos que nuestra pareja es el problema. Aprende a discutir de forma
constructiva para identificar los problemas, de modo que ambos puedan trabajar
en conjunto para resolverlos.
2. Admite cuando te equivocas. Todos los seres humanos
pueden equivocarse, pero no todos tienen el carácter para decir “Estaba
equivocado”. Para resolver los problemas que surgen al convivir en pareja es
necesario disculparse cuando se comete un error.
3. Comunícate. La comunicación sana es vital para convivir
en pareja felizmente. Es importante que dediques aunque sea unos pocos minutos
al día para hablar con tu pareja, preguntarle cómo estuvo su día y escucharla
con atención.
Es vital para la relación que además de ser esposos, ambos
también sean amigos y cómplices.
4. Acepta a tu pareja como es. Para convivir en pareja
sanamente, tenemos que aprender a aceptar el carácter y los valores del otro.
Tienes que aceptar que no es posible cambiar a tu pareja y, si lo intentas, eso
producirá problemas más adelante.
5. Pasa tiempo solo y con tu pareja. Todos los matrimonios
necesitan pasar tiempo juntos, pues al tener intereses comunes y hacer
actividades emocionantes la relación se hará cada vez más sólida. No obstante,
para aprender a convivir en pareja también hay que respetar el tiempo del otro
para que cultive sus intereses o salga con sus amigos.
Para tener un matrimonio feliz y duradero, hace falta
desarrollar hábitos que les permitan superar las dificultades y fortalecer el
amor que sienten el uno por el otro.
6. Vayan a la cama al mismo tiempo. Para convivir en pareja
felizmente, mantengan el mismo horario de sueño y duerman juntos, aunque alguno
tenga que levantarse más temprano. Dormir juntos no solo les permitirá mantener
una vida sexual regular, sino que también les dará tiempo para hablar.
7. Di “Te amo” con frecuencia. Expresar tu amor es
fundamental para tu relación. Aunque quizás tu pareja ya sepa que la amas, no
permitas que lo olvide. Además, si hay algún problema importante surgido al
convivir en pareja, al decir “Te amo” comunicas que la relación es más
importante que el problema en sí mismo.
8. Sigue coqueteando. Cuando conociste a tu pareja
coqueteaste con ella para demostrar que te sentías atraído, pero quizás dejaste
de coquetear al comenzar la relación. Para convivir en pareja es necesario
demostrar que aún sientes atracción como el primer día que se conocieron.
9. Actitud positiva. Una actitud positiva y optimista
produce un sentimiento de bienestar en general. Si buscas defectos en tu pareja,
con toda seguridad podrás encontrar algunos, pero si buscas sus virtudes,
también podrás mencionar varias. Enfocarte en los aspectos positivos de la
relación te ayudará a convivir en pareja con una mayor alegría.
10. Demuestra tu afecto. Para convivir en pareja es
importante que siempre se mantengan las muestras de ternura y afecto. Los
matrimonios felices se ven siempre caminando juntos, tomados de la mano o
abrazados. Estos pequeños gestos ayudan a tu pareja a sentirse querida y
apreciada.
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