jueves, 24 de enero de 2013

Datos curiosos de los alimentos


Datos curiosos acerca de la Comida


¿Qué es la "slow food" o comida lenta?: Alimentarse en el sentido de Slow Food significa comer con atención, en especial valorando la calidad y, con ello, teniendo en cuenta la procedencia de las materias primas y el modo de cocinarlas. 

Slow Food surgió en Italia, cuando en 1986 se inauguró una filial de la cadena de comida McDonald’s junto a la gran escalinata de la Plaza España de Roma. Algunos periodistas de los diarios locales organizaron una manifestación celebrando un largo festín para protestar contra la comida rápida e industrial. Como réplica a la tendencia fast food (comida rápida), decidieron que era necesario promover la lentitud en la comida, los productos naturales, las recetas locales, y el deleite en el sentido del gusto, sin prisas. Uno de sus objetivos es salvaguardar el patrimonio alimentario de la humanidad. El movimiento se ha ido ampliando, y hoy está presente en más de 130 países de los cinco continentes. En 2004, la FAO reconoció oficialmente a Slow Food como organización sin ánimo de lucro e instauró con ella una relación de colaboración.

El movimiento distingue a productores, procesadores, comerciantes y gastrónomos que trabajan para comercializar los llamados “alimentos y platos del Arca”, en alusión al Arca de Noé. Además, el movimiento, con su fundación para la biodiversidad, trabaja en pos de la conservación de la variedad de plantas cultivadas y animales de consumo.
¿Qué tipo de personas consumen más sal?: Los individuos con un nivel socioeconómico más bajo consumen más cantidad de sal en las comidas que los bien posicionados, según un estudio británico que publica el último número de la revista médica BMJ Open. También es superior la ingesta de sal en personas con bajo nivel educativo y que desempeñan profesiones que implican trabajos manuales. Por lo tanto, estos sujetos son más propensos a padecer hipertensión, infartos y ataques cardíacos, así como a ser víctimas de fallos renales.

Los autores de la investigación atribuyen estas diferencias a que la dieta de los grupos más desfavorecidos desde un punto de vista socioeconómico incluye alimentos de baja calidad, ricos en sal y en grasas, así como en calorías, además de insanos. El exceso de sal procede, en su mayoría, de alimentos industriales y comidas procesadas.
Cuándo comes es tan importante como qué comes: Si ganas o pierdes peso no solo depende de qué alimentos comes, sino también de cuándo los comes. Científicos del Instituto Salk para Estudios Biológicos (EE UU) han demostrado que mantener horarios regulares de las comidas e intercalar períodos de ayuno puede contrarrestar los efectos adversos de una dieta alta en grasas y prevenir la obesidad y la diabetes, además de mantener el hígado más sano. Sus conclusiones se publican en la revista Cell Metabolism.

En sus experimentos, Satchidananda Panda y sus colegas comprobaron que cuando a ratones con una dieta rica en grasas se les permite comer durante solo 8 horas al día, ingieren tanta cantidad de alimento como los que tienen acceso a la comida 24 horas, pero no desarrollan obesidad ni enfermedades metabólicas. Además, los roedores con horarios de comida restringidos muestran niveles de inflamación más bajos, y su hígado funcionaba mejor. “Cada órgano tiene un reloj”, aclaran los investigadores, que aseguran que hay momentos de máxima eficiencia de nuestros músculos, intestinos, estómago..., así como horas del día en las que están prácticamente en reposo. Estos ciclos metabólicos de los órganos del cuerpo resultan cruciales para la ruptura del colesterol y la producción de glucosa, y deberían tenerse en cuenta a la hora de decidir cuándo comer.

Según Panda, hay razones para pensar que nuestros patrones de alimentación han cambiado mucho en los últimos años, ya que la gente tiene acceso a los alimentos a cualquier hora, y la tendencia a trasnochar, incluso si es solo para ver la televisión, se acompaña del hábito de “picar algo”. Para comprender mejor la epidemia de obesidad, insiste el investigador, habría que analizar no solo qué comen las personas sino cuándo comen.
¿Que alimentos nos ayudan a dormir a pierna suelta?: Los antiguos egipcios utilizaban la cebolla para inducir el sueño, y lo cierto es que no iban desencaminados. La cebolla, sobre todo si es roja o chalota, contiene quercetina, una sustancia con efectos antioxidantes, antiinflamatoria y sedante, que ayuda a conciliar el sueño. Un vaso de vino también puede ser compañía recomendable antes de ir a dormir, ya que reduce la presión arterial y el ritmo cardíaco sumiéndonos en un agradable estado de relajación.

Sin embargo, el mejor antídoto contra el insomnio ha resultado ser el zumo de cereza. Según un estudio del Centro Médico de la Universidad de Rochester (EE UU) publicado hace algún tiempo en la revista Journal of Medical Food, esta bebida no reduce el tiempo que tardamos en conciliar el sueño pero, una vez que estamos dormidos, aumenta su profundidad. En una serie de experimentos, los científicos demostraron que los insomnes que tomaban un vaso de zumo por la mañana y otro vaso dos horas antes de irse a la cama, se despertaban menos durante la noche y amanecían más descansados.
¿Por qué la falta de sueño aumenta el apetito?: Un equipo de biólogos estadounidenses ha logrado aislar genes que regulan el conflicto sueño-hambre. El hallazgo, que aparece publicado en el último número de Current Biology, arroja luz sobre cómo escoge el cerebro entre distintas conductas claves para la supervivencia.

Estudios anteriores mostraban que los sistemas neuronales que controlan el sueño y la alimentación en los mamíferos están interconectados, de modo que la falta de sueño hace que tengamos ganas de comer y el hambre quita las ganas de dormir. Sin embargo, se sabía poco sobre los genes y bases neuronales de esta interacción.

Para encontrar una explicación, investigadores de la Universidad de Nueva York y de la Universidad de Massachusetts examinaron a la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, que cuenta con genes similares a los de los mamíferos para controlar el sueño, la vigilia y el metabolismo. En primer lugar, los científicos determinaron que en las moscas la privación de alimento les producía insomnio, lo que significa que la falta de comida afecta sus conductas de sueño del mismo modo en que lo hace sobre el sueño de los mamíferos.

Tras realizar un 'screening' inicial de 2.000 genes, identificaron cerca de 12 genes implicados en la interacción entre alimentación y sueño. Entre esta docena de genes, eligieron dos -Clock (Clk) y cycle (cyc)- que juegan un papel en la regulación del reloj biológico de las moscas de la fruta y que están también presentes en los mamíferos. Examinando a moscas de la fruta con y sin los genes Clk y cyc en condiciones de privación de alimento, demostraron que las moscas hambrientas que no tenían ambos genes dormían tres o cuatro veces menos, en comparación con aquellas que sí poseían estos genes. Así, los resultados demostraron que los genes ayudaban a conciliar el sueño en condiciones de privación de la alimentación.
"Sabemos que el cerebro está conectado para realizar más de dos acciones a la vez, pero era menos evidente el rol que los diferentes genes jugaban en estas acciones", ha explicado Alex Keene, autor principal del estudio.
¿Existen los alimentos con "calorías negativas"?: Cuando para comer y digerir un alimento hace falta invertir más calorías de la que ese alimento aporta, es frecuente decir que tiene “calorías negativas”. Es el caso de las naranjas, el apio, el tomate, los espárragos y el pepino, entre otros. También se estima que el un tallo de brócoli, que puede aportar en torno a 25 calorías, consume 80 calorías de nuestro organismo cuando se ingiere. Sin embargo, lo cierto es que el concepto de las calorías negativas no ha sido probado científicamente, y de momento nada indica que se logre perder peso al ingerir estos alimentos.

Según advierten los expertos, la única estrategia científicamente probada para obtener un "balance negativo" en lo que a calorías se refiere es llevar una dieta sana y equilibrada y aumentar el consumo de calorías a través del ejercicio físico.
Cuatro alimentos que te ponen de buen humor: En el año 2000, el psiquiatra Andrew Stoll, de la Universidad de Harvard (EE UU), demostró que los ácidos grasos omega-3, presentes entre otros alimentos en las nueces, tenían un efecto antidepresivo y estabilizaban el estado de ánimo. Y unos años más tarde, una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburg determinó que personas saludables con un bajo nivel sanguíneo de omega-3 tienen más posibilidades de tener ideas pesimistas y deprimirse que quienes tienen valores normales de este ácido graso. Además, según un estudio reciente de la Asociación Británica para el Manejo de la Ira, una dieta rica en omega-3 nos permite gestionar mejor las situaciones estresantes, hasta el punto de que reduce la hostilidad hacia los compañeros de trabajo y hasta evita que gritemos a otros conductores mientras circulamos por zonas de tráfico intenso.

Este ácido graso no es el único ingrediente con efectos antidepresivos. La tristeza crónica también puede achacarse a bajos niveles de aminoácido treonina, un desequilibrio que, tal y como demostraron hace poco científicos del Princenton Brain Bio Institute, se puede combatir añadiendo a la dieta un puñado de semillas de sésamo. Por otra parte, las pipas de calabaza son ricas en zinc, un mineral que según la Academia Polaca de Ciencias mantiene a las neuronas vivas y es necesario para convertir el aminoácido triptófano en serotonina. A esto se suma que el azafrán también ha sido identificado como un remedio natural contra la depresión en un estudio reciente de la Universidad de Teherán, en Irán.
¿Hay alimentos que nos espabilan y comidas que nos relajan?: Así es. Según Judith Wurtman, investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), las proteínas de los huevos, la carne o el pescado aportan al cerebro tirosina, un aminoácido que aumenta la producción de los neurotransmisores que mantienen la mente alerta, concentrada y productiva (dopamina y noradrenalina). Cuando caen los niveles de tirosina sufrimos apatía y falta de motivación.

Si las proteínas consiguen espabilarnos y aceleran el pensamiento, la relajación suele venir de la mano de los hidratos de carbono (patatas, pasta, arroz, miel, plátanos, frutos secos, palomitas...). Estos alimentos inducen la liberación de insulina, que elimina de la sangre casi todos los aminoácidos excepto el triptófano, que ejerce un efecto calmante. Según ha demostrado el marido de Judith, Richard Wurtman, un neuroendocrinólogo que también trabaja en el MIT, el triptófano es la materia prima que usa el cerebro para producir serotonina, el neurotransmisor del bienestar, que además reduce el dolor y el apetito y ayuda a conciliar el sueño. Eso sí, tal y como advierte Wurtman, hay que tener en cuenta que, si en el plato se mezclan carbohidratos con proteínas, el efecto calmante de los primeros se anula.
Comer pescado nos vuelve más pacíficos: Según el psiquiatra Joseph Hibbeln, el cambio de hábitos alimentarios puede hacer mella en toda una sociedad. Sus estudios demuestran que la incidencia de depresión severa, e incluso de homicidios, es mucho menor en los países donde se consume mucho pescado, como Japón, especialmente si es rico en omega-3 (el salmón, la sardina, el atún y la caballa). “El omega-3 aumenta la producción de serotonina, la hormona del bienestar. Por eso, la violencia pandémica en la sociedad occidental podría estar relacionada con la alimentación”, señala el especialista norteamericano, haciendo alusión a que consumimos mucha carne y poco pescado. Varios estudios han respaldado sus hallazgos.

El omega-3 del pescado también actúa como antídoto contra el estrés. Una investigación de la Universidad de Lausana, en Suiza, concluyó que tomar suplementos diarios de esta sustancia durante tres semanas reducía drásticamente la fabricación de hormonas relacionadas con el estrés, sobre todo de cortisol y adrenalina. La Asociación Británica para el Control de la Ira sostiene que una dieta abundante en este ácido graso poliinsaturado reduce la hostilidad hacia los compañeros de trabajo y hasta evita que gritemos a otros conductores.
¿Comer helado combate el mal humor?: Según un estudio reciente del Centro Médico de la Universidad de Maryland, los helados contienen triptófano, un aminoácido que nos calma y reduce la agresividad, aumentando la producción de serotonina (la hormona del bienestar). Eso ayuda a combatir el estrés, a relajarnos y a dormir mejor.

Por otro lado Jane Jakubczak, dietista de la Universidad de Maryland, ha demostrado que elegimos ciertos alimentos según nuestro estado de ánimo, guiados por lo que se conoce como el “apetito emocional”. Cuando estamos contentos, tendemos a optar por un gran filete de carne a la parrilla o una pizza; la sensación de tristeza nos impulsa a comer helados y galletas; y ante el aburrimiento, solemos atiborrarnos de patatas fritas.
¿Es recomendable comer chocolate para hacer deporte?: Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego (EE UU) que publica la revista Clinical y Translational Science demuestra que el cacao puro puede aumentar la capacidad de hacer ejercicio físico.

Concretamente, los investigadores trabajaron con pacientes que habían sufrido daños en las mitocondrias del músculo esquelético. Las mitocondrias son responsables de producir energía en las células, y suelen verse alteradas en diabéticos y en personas con fallo cardíaco. Estos pacientes suelen acusar falta de energía física y fatiga, dificultad para respirar y caminar, etc.

Los participantes en el experimento consumieron barras de chocolate negro con contenido extra de epicatequina, un flavonoide natural propio del cacao. Después de tres meses, las biopsias de sus músculos mostraron incrementos importantes en el número de mitocondrias, que además tenían más crestas en su interior, un indicador del aumento de eficiencia a la hora de producir energía para abastecer a las células.
El sabor del chocolate líquido depende del color de la taza: Una taza de chocolate caliente sabe mejor en un recipiente de color crema o naranja que en un vaso blanco o rojo, según un estudio realizado por científicos de la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Oxford.

“El color del recipiente donde se sirven los alimentos y las bebidas puede realzar algunos de sus atributos, como el sabor o el aroma”, explica a la agencia SINC Betina Piqueras-Fiszman, coautora del estudio. La científica, junto a su colega Charles Spence de la Universidad de Oxford (Reino Unido), lo ha comprobado en el caso del chocolate líquido.

La pareja planteó un experimento donde 57 participantes tenían que evaluar muestras de chocolate caliente servido en cuatro tipos de vasos de plástico, del mismo tamaño pero de diferente color: blanco, crema, rojo y naranja. Los resultados, que publica la revista Journal of Sensory Studies, revelan que el sabor del chocolate servido en los vasos naranja y color crema gustó más. Sin embargo, el dulzor y el aroma apenas se vieron influidos por el color de la taza.

Según el estudio, estos resultados son relevantes para los científicos interesados en comprender como el cerebro integra la información visual, no solo de la propia comida, también del recipiente o el envase en el que se consume.

En el mismo artículo se repasan las conclusiones de otros estudios anteriores que también confirman el efecto del recipiente sobre las características sensoriales de la bebida o el alimento. Los ejemplos son numerosos: desde latas más amarillas para percibir mejor el sabor a limón, hasta vasos de refresco que si están pintados de colores fríos, como el azul, parecen saciar mejor la sed que si el tono es cálido, como el rojo. Y si son rosas, el líquido incluso se nota más azucarado.
Comer y beber demasiado nos hace perder horas de vida: En este trabajo Spiegelhalter ha querido encontrar una manera sencilla de comunicar el impacto de nuestro comportamiento en la esperanza de vida y para ello ha utilizado una nueva medida a la que ha denominado ‘microvida’ y que define como media hora de esperanza de vida: “Equivale a una millonésima de vida después de los 35”, explica.

Usando datos de diversos estudios de población, Spiegelhalter estima que perdemos una ‘microvida’ cada vez que fumamos dos cigarrillos, por tener cinco kilos de sobrepeso, al beber una segunda o tercera copa en un día, si optamos por ver durante dos horas la televisión o nos comemos una hamburguesa. Por el contrario, se pueden ganar ‘microvidas’ no tomando más de una bebida alcohólica al día, comiendo abundante fruta y vegetales y haciendo ejercicio, añade.

Según Spiegelhalte, los factores demográficos también pueden expresarse en ‘microvidas’. Por ejemplo, solo por ser mujer se ganan cuatro ‘microvidas’ al día en comparación con los varones; y los hombres suecos tienen 21 'microvidas' más al día que los rusos. Vivir en 2010 en vez de 1910 supone una ganancia de 15 ‘microvidas’ diarias.
¿Qué pasa si mezclamos comida con medicamentos?: La mayoría de los prospectos de los fármacos que tomamos nos informan de sus efectos secundarios, pero pocas veces explican cómo interactúan con las comidas. En general la comida no disminuye la eficacia del medicamento, aunque en algunos casos este efecto puede producirse, o incluso puede haber otras consecuencias indeseables.

La Fundación Española del Corazón hace algunas recomendaciones sobre con qué alimentos acompañar, o no, determinados fármacos. Por ejemplo, el ácido acetil salicílico, presente en la aspirina, se debe tomar con las comidas, ya que puede irritar el estómago. Por otro lado, los pacientes con problemas de corazón que toman fármacos cardiológicos deben tener cuidado con el zumo de pomelo, ya que altera el pH del intestino delgado y puede favorecer la toxicidad del medicamento. Y en el caso de las pastillas para evitar la tensión alta, también hay que estar atento: si los fármacos pertenecen al grupo IECAs, conviene evitar los sustitutos de la sal que contengan potasio, ya que estos medicamentos interfieren con la correcta eliminación del mineral.
Los anticoagulantes son otro grupo de medicamentos que se prescriben a muchas personas. Los expertos recomiendan que en esos casos hay que evitar el consumo excesivo de brócoli y coles de bruselas, la papaya, el ajo el jenjibre, el regaliz, el hígado de vaca y el té verde, ya que pueden reducir el efecto de la pastilla. Por otro lado, el consumo de alcohol puede potenciar la acción anticoagulante en el caso de que este contenga acenocumarol.

Además, hay que recordar que no conviene abusar de los fármacos. Por ejemplo, la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria ha alertado de que más de 8,5 millones de españoles ingieren dosis diarias de ibuprofeno más altas de las recomendadas. Mientras que para los dolores de cabeza leves o moderados bastaría una dosis de 400 miligramos, el 80 por ciento de las unidades dispensadas por las farmacias son de 600 miligramos. Los expertos explican que los efectos secundarios y el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular aumentan cuando se incrementa la dosis de este medicamento.
¿Lo que comemos depende de quién se sienta con nosotros a la mesa?: Etimológicamente, los expertos sugieren que la palabra "compañero" procede de los términos latinos comedere y panis, y por tanto alude a "quienes comen o comparten el mismo pan". Ahora un estudio de la Universidad Mcmaster (EE UU) revela que nuestros compañeros de mesa a la hora del almuerzo o de la cena nos condicionan a la hora de escoger qué comemos. Concretamente, según Meredith Young, coautora de la investigación, las mujeres suelen pedir alimentos bajos en calorías cuando comen en un grupo con presencia de uno o más hombres. Esto se debe a que, por lo general, las elecciones a la hora de alimentarnos están condicionadas por la percepción que otros tienen de nosotros. Y las raciones más pequeñas y sanas se consideran más femeninas, por lo que las mujeres “se sienten más atractivas si comen menos calorías en presencia masculina”, afirma la investigadora en la revista Appetite.

En cuanto a los hombres, el estudio concluye que la elección del plato no se ve afectada ni por el número de acompañantes ni por su género.
Comida para inhalar: David Edwards, profesor de la Universidad de Harvard ha creado en su laboratorio Le Whaf, un dispositivo con forma de pecera que permite inhalar una tarta de limón o cualquier otro sabroso alimento sin necesidad de ingerirlo. El resultado es lo que él llama una “nube de sabor”: microgotas que forman bocanadas de humo y al respirarse ofrecen una completa experiencia de sabor sin necesidad de consumir ni una sola caloría.

No es el primer trabajo del investigador de Harvard en esta línea. En 2009, Edwards inventó Le Whif, un original inhalador de chocolate que lanzó a la venta con el eslogan “tan dulce como el chocolate, tan ligero como el aire”. El éxito fue inmediato: tras lanzar el producto en el mes de abril, vendió 25.000 unidades en un solo mes, agotando todas sus existencias.

Ahora ha decidido usar el mismo dispositivo para comercializar vitaminas inhalables con tres formatos: té verde antioxidante, té de vino antienvejecimiento con resveratrol y té de hibiscus multivitamínico. “Se respira y se absorbe en la boca, sin llegar al tracto digestivo, de modo que una mayor concentración de vitaminas y suplementos alcanza el torrente sanguíneo”, defiende su creador, que también ha desarrollado café inhalable, otro gran éxito comercial en Francia, Japón y Estados Unidos.
La adicción a la comida y el acaparamiento compulsivo son las nuevas enfermedades mentales: La adicción a la comida y el acaparamiento compulsivo se consideran nuevas patologías, según la quinta edición del Manual de Diagnósticos y Estadísticas de Enfermedades Mentales (DMS, por sus siglas en inglés). Entre las modificaciones del conocido manual, que acaba de revisar la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (APA) después de veinte años para incluir los hallazgos científicos más recientes, también destaca la exclusión de la lista de trastornos mentales de la adicción a las relaciones sexuales (o trastorno hipersexual), de la adicción a jugar en Internet y de la transexualidad (o trastorno de identidad de género). Así mismo, deja de considerarse el duelo por la muerte de un ser querido durante menos de dos meses como trastorno depresivo.

Por otro lado, la nueva versión del manual incluye el Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo (DMDD) con el cual se diagnosticará a niños que "tres o más veces a la semana exhiben episodios frecuentes de irritabilidad, arrebatos y berrinches durante más de un año". De este modo esperan evitar el excesivo (y errado) diagnóstico de casos de trastorno bipolar en la infancia.

En cuanto al trastorno conocido como acaparamiento compulsivo, los psiquiatras aseguran que “ayudará a caracterizar a los individuos con dificultad persistente para deshacerse de pertenencias y objetos que carecen de valor.” Un problema que suele afectar a la estabilidad emocional, a las relaciones sociales y a las finanzas de quienes lo padecen.

El manual también unifica las categorías de abuso de sustancias y dependencia de sustancias, además de ampliar los criterios para diagnosticar un trastorno del aprendizaje, incluyendo todas las anomalías que interfieren con la adquisición del lenguaje y su uso oral, escrito o destinado a expresar conceptos matemáticos.

Otro cambio importante en el DSM-5, apodado “la Biblia de la Psiquiatría”, es que los términos “autismo” y “síndrome de Asperger” desaparecen, y son englobados bajo un nuevo término: trastorno del espectro autista. El objetivo, dicen los expertos, es diagnosticar de forma más precisa a los niños que padecen la enfermedad.
Confirmado: la comida rápida y la depresión van de la mano: Un estudio liderado por científicos de dos universidades españolas ha puesto de manifiesto una vinculación entre la alimentación basada en la comida rápida y el riesgo de sufrir estados depresivos. La investigación se ha publicado en la revista Public Health Nutrition.
Bollos industriales, hamburguesas, perritos calientes, pizza... Como explicaba una de las autoras del estudio, Almudena Sánchez-Villegas, a la agencia de noticias científicas SINC, "cuanta más comida rápida se consume, mayor es el riesgo de depresión", lo que indica no solo una vinculación cualitativa sino también cuantitativa. Y es que de hecho, según los datos manejados por los científicos, quienes consumen comida rápida presentan un incremento del riesgo de desarrollar depresión del 51 por ciento mayor respecto a aquellos que no se alimentan de este tipo de comida.
Dos han sido los estudios que han certificado este vínculo. En un primer análisis publicado el pasado año en al revista PLoS One se analizaron 12.059 personas durante seis años, cuantificándose un incremento del riesgo de depresión del 42 por ciento. En este nuevo trabajo realizado sobre 8.964 personas que nunca habían tenido depresión, dentro del proyecto de Seguimiento Universidad de Navarra, los resultados han sido todavía más extremos. Como apuntan los resultados entre todos los participantes en el análisis, al cabo de una media de seis años, 493 fueron diagnosticados de depresión o comenzaron a tomar antidepresivos. O lo que es lo mismo, un incremento del 51 por ciento respecto a quienes no tomaban comida rápida.
Según el análisis, quienes ingerían más bollería industrial y comida rápida son más propensoa  a estar solteros, ser menos activos y tener un "patrón dietético peor" apuntan desde SINC. Además, según los investigadores, el consumo de tabaco y el mayor volumen de trabajo eran otras características destacadas de las personas que consumían más comida de este tipo.
Ante estos alarmantes datos la profesora Sánchez-Villegas, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria es tajante "aunque son necesarios más estudios, debería controlarse el consumo de este tipo de alimentos debido a su implicación en la salud, tanto física como mental".
¿Cuántas veces es recomendable masticar la comida?: Hasta 40 veces, según sugiere un reciente estudio de la Universidad de Iowa (EE UU). La razón es que masticar con insistencia los alimentos antes de tragarlos reduce la cantidad que comemos, porque disminuye el hambre y el "deseo" que nos hace devorar más de lo que necesitamos. Además, al comer despacio aumentan los niveles de CCK, una hormona relacionada con la saciedad, y se reduce la concentración de grelina, la hormona que estimula el apetito en el cerebro.

Para llegar a esta conclusión, James Hollis y sus colegas pidieron a varios voluntarios que comieran pizza, la mitad masticando cada bocado 15 veces y la otra mitad 40 veces. Además de reducir la “gula” al masticar, en el segundo grupo los investigadores observaron que se favorecía la absorción de nutrientes durante la digestión.
Los fines de semana comemos más y peor: Si estás a dieta y tienes la sensación de que durante el fin de semana pierdes menos peso, estás en lo cierto. Según un estudio de la Escuela Médica de la Universidad de Washington (EE UU), comemos más cantidad de alimentos los fines de semana que durante los días laborables, lo que unido a la tendencia a reducir el nivel de ejercicio físico durante el sábado y el domingo hace que dejemos de perder tanto peso como esperábamos.

Por otra parte, un estudio publicado hace poco en la revista Appetite revelaba que dos de cada tres adultos españoles comen fruta en el almuerzo y la cena solamente de lunes a viernes, pero dejan de consumirla al llegar el fin de semana. A esto se suma que en el fin de semana tendemos a saltarnos el equilibrio recomendado por la "pirámide alimenticia". Concretamente, otra investigación dada a conocer en la publicación Journal of Public Policy & Marketing desvelaba que consumimos más alimentos ricos en caloría, sobre todo grasas, desde la noche del viernes hasta el domingo.
¿Por qué no nos atrae la comida azul?: Los consumidores prefieren los alimentos y las bebidas de color rojo, naranja y amarillo, y rechazan los colores sintéticos que no se encuentran de forma natural en el mercado. Así se desprende de una encuesta realizada por el grupo Nielsen entre 5.000 sujetos de diez países (Estados Unidos, México, Brasil, Reino unido, Francia, Polonia, Rusia, India China y Australia).

De hecho, la comida de color azul o morado genera cierto rechazo, incluidas las gominolas, los caramelos y las bebidas y licores que son coloreados artificialmente con esta tonalidad. Los blancos y los verdes, sin embargo, sí suelen funcionar bien, algo que tiene muy en cuenta la industria alimentaria a la hora de seleccionar colorantes. Los expertos sugieren que uno de los motivos del rechazo al azul es que en las comidas naturales pueden ser indicadores de que un alimento, por ejemplo la carne, se encuentra en mal estado, es tóxico o tiene hongos, lo que implica que no nos sentará bien.

Por otra parte, un estudio reciente publicado en la revista Journal of Consumer Research revelaba que el color de los alimentos influye en la percepción del sabor de los alimentos. En experimentos en los que se mantenía la dulzura de un zumo de naranja pero se alteraba su color, los investigadores observaron que cuanto más intenso era el color naranja más dulce percibían los sujetos su sabor.
Comer menos mantiene el cerebro joven: Un equipo de investigadores italianos de la Universidad del Sagrado Corazón en Roma  (Italia) ha descubierto una molécula llamada CREB1 que se activa en el cerebro de ratones sometidos a una dieta baja en calorías. Según publican hoy Giovambattista Pani y sus colegas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la molécula activa a su vez a genes ligados a la longevidad y al buen funcionamiento del cerebro. “Nuestra esperanza es encontrar un modo de poner en funcionamiento a CREB1, por ejemplo a través del fármacos, para mantener el cerebro joven sin necesidad de llevar una dieta tan estricta como la que siguen los roedores”, explica Pani.

Y es que la restricción calórica de los animales sometidos a los experimentos implica que solo pueden comer un 70% de lo que ingieren normalmente. En estas condiciones, los ratones no sufren ni obesidad ni diabetes, tienen un mayor rendimiento cognitivo y mejor memoria, aumentan su capacidad de aprendizaje y son menos agresivos. Tampoco desarrollan alzhéimer a edades avanzadas o lo hacen con síntomas menos severos que los que se alimentan de manera normal. “Hay una relación entre las enfermedades metabólicas y el declive en las capacidades cognitivas”, concluyen los científicos.

Y todo gracias a CREB1, que entre otras cosas activa a unas proteínas llamadas sirtuinas, que parece tener parte del secreto de la fórmula de la “eterna juventud”. Eliminando la molécula CREB1, sin embargo, todos los beneficios de la restricción calórica se esfuman. “Hemos identificado al mediador clave de los efectos de la dieta sobre el cerebro”, añade Pain.
El sabor salado no es igual para todos: Los alimentos bajos en sal pueden saber más salados a unas personas que a otras. Así lo indica una investigación realizada por científicos de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU) y publicada en la revista Physiology & Behavior, que señala cómo la genética tiene su parte de influencia en la cantidad de sal que nos gusta en los alimentos.

La investigación contó con 87 participantes, de 20 a 40 años, que degustaron alimentos salados a lo largo de varias semanas. La intensidad del gusto fue tasada en una escala de uso común entre los científicos, que oscila entre una sensación apenas detectable y la sensación más intensa, sea cual sea su tipo.

"A la mayoría de nosotros nos gusta el sabor de la sal. Sin embargo, algunas personas toman más sal porque les gusta más el sabor de las comidas saladas y también porque la necesitan para disimular otros sabores desagradables de las comidas”, afirma John Hayes, autor principal del estudio . "Los supercatadores, personas que experimentan el gusto de una forma más intensa, consumen más sal que quienes no tienen tan desarrollado el sentido del gusto. El sabor predominante de los aperitivos es el salado y, al menos en estas comidas, cuanta más sal mejor, por lo que parece que este tipo de comidas gusta más a los supercatadores", continúa.

No obstante, estas personas también necesitan niveles más altos de sal para ocultar los sabores amargos y desagradables de alimentos como el queso. “El queso es una combinación fantástica de sabores lácteos por la leche fermentada y de sabores amargos por la maduración que se disimulan con la sal. Un supercatador encuentra desagradable un queso con bajo contenido en sal porque destaca más el sabor amargo”, subraya Hayes.

Las dietas con un alto contenido en sal pueden aumentar el riesgo de padecer hipertensión arterial y los accidentes cerebrovasculares. Actualmente en algunos países como EE.UU. se consume el doble o el triple de la cantidad de sal recomendada para la salud. ?Por eso John Hayes aconseja reducir la ingesta de sal leyendo las etiquetas de los alimentos y buscando productos que contengan menos de 480 miligramos de sodio por ración.

Los supercatadores

“Los supercatadores describen los alimentos amargos como extremadamente amargos, mientras que otras encuentran esos mismos componentes amargos insípidos o solamente un poco amargos. Las personas que perciben más el sabor amargo también perciben más el sabor salado de la sal de mesa, el sabor dulce del azúcar de uso común, el sabor picante de la guindilla y el cosquilleo que producen las bebidas con gas”.

Según Hayes, es como si los supercatadores vieran la alimentación en colores vivos, mientras que los demás la ven en color pastel. “Las personas con el sentido del gusto poco desarrollado es más probable que añadan más sal a las comidas en la mesa porque necesitan más cantidad para percibirla con la misma intensidad que un supercatador. Sin embargo, la mayor parte de la sal que consumimos proviene de la que se añade a las comidas preparadas y no del salero”, concluye.
Para adelgazar, piensa en comida: Un grupo de científicos de la Universidad Carnegie Mellon (Pittsburgh, EE UU) ha descubierto que ante el deseo de comer chocolate y dulces, la acción de imaginarse tomando grandes cantidades de estos productos puede ser suficiente para calmar el apetito, según publica la revista Science.

En una serie de experimentos, los investigadores comprobaron que si uno se imagina un bombón de chocolate o un trozo de queso y se visualiza degustando cada bocado, masticando y tragando, normalmente come menos cuando, a continuación, le ofrecen el alimento real. El efecto se explica por el fenómeno de la habituación, que hace que mientras para la mayoría de la gente el primer bocado de cada comida es el mejor, a medida que seguimos ingiriendo el alimento cada bocado resulta menos atrayente que el anterior. La doctora Carey Morewedge y sus colegas han comprobado que la imaginación puede ser suficiente para que una persona se habitúe a los alimentos y, por tanto, para que a la hora de consumirlos de verdad ya no despierten el mismo interés. Una estrategia interesante a tener en cuenta para aquellos que intentan perder peso.

“Hasta cierto punto, la mera imaginación de una experiencia es un sustituto de la experiencia real. La diferencia entre imaginar y experimentar puede ser más pequeña de lo que se suponía”, subraya Joachim Vosgerau, coautor del estudio.
Comida recién salida de… la impresora: Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han inventado una “impresora personal de alimentos”. Bautizado como Digital Fabricator, el nuevo dispositivo almacena y refrigera ingredientes, los combina, los cocina y los “imprime” a gusto del consumidor. Y mientras vierte cada contenido en “cabezales” de impresión independientes puede enfriarlos o calentarlos. Y todo con una precisión milimétrica.

Los investigadores aseguran que el nuevo proceso de "cocina por impresión" lleva a la industria de la alimentación hasta la era digital, y que permitirá desarrollar nuevas texturas y sabores hasta ahora imposibles de obtener con las técnicas tradicionales. Además, los usuarios del aparato podrán controlar el valor nutricional exacto y la calidad de cada comida que preparan gracias a una pantalla táctil en la que pueden escoger parámetros como el contenido de carbohidratos y grasas. Y, por supuesto, contabilizar las calorías. Por si fuera poco, con este dispositivo la comida se fabrica capa a capa, lo que también ofrece interesantes posibilidades estéticas.

La Digital Fabricator dispone de conexión a Internet para proporcionar al consumidor todos los datos del origen, cualidades, valor nutricional y sabor de cada ingrediente que utiliza. Además, el dispositivo está programado para sugerir al “chef” un ingrediente alternativo cuando se gasta alguna materia prima.
¿Comprar comida en envases pequeños nos hace engordar?: En teoría, los paquetes de snacks de 100 calorías han sido concebidos para ayudarnos a combatir el sobrepeso y la obesidad. Pero un estudio publicado en la revista Journal of Consumer Research sugiere que tienen el efecto contrario. Es más, consumir patatas fritas en paquetes pequeños puede hacernos comer exactamente el doble que si optamos por los paquetes grandes.

Además, las personas que consumen aperitivos en envases pequeños dudan menos antes de abrir un nuevo paquete. Según los autores, todo apunta a que la distribución de los alimentos en porciones reducidas hace que nos “autoengañemos” y seamos más indulgentes con el consumo de calorías.

Si además abrimos estos snacks delante de la “caja tonta”, el efecto se agrava. Según publicaba hace poco la revista Archives of Internal Medicine, sentarse frente a la televisión más de cinco horas al día potencia el sobrepeso. La buena noticia es que reduciendo a la mitad el consumo televisivo se pueden quemar en torno a 120 calorías más por término medio cada día.
¿Por qué la comida picante nos hace sudar?: La capsaicina presente en la pimienta picante, la cayena, la mostaza de Dijon, el chile, el tabasco y la páprika, entre otras sustancias, estimula los receptores de calor y dolor de la epidermis, provocando así una irrigación sanguínea más intensa y una fuerte sensación de quemazón en la boca. El cerebro "engañado" cree que la temperatura corporal está aumentando peligrosamente, y pone en marcha los mecanismos necesarios para evitarlo, entre ellos el sudor y la dilatación de los vasos sanguíneos (que causan el rubor).

La parte positiva es que la capsaicina, a concentraciones adecuadas, también favorece en el cerebro la producción de endorfinas, que son moléculas que promueven la sensación de bienestar.
¿Cuál es la máxima cantidad de comida que cabe en el estómago?: El estómago es un órgano elástico que da mucho de sí. Cuando está vacío, tiene un volumen de unos 50 ml, pero puede dilatarse 80 veces y almacenar hasta 4 litros de alimentos. Si una persona insiste en ingerir más, puede acabar vomitando.
El tiempo de permanencia de la comida depende de su composición. Mientras que el agua y la sopa apenas se detienen, otros líquidos, como la leche, se quedan un rato. El pan y la carne son expulsados al cabo de 2 ó 3 horas, y las grasas, a las 7 u 8. Así, la panza se llena a tope con raciones de fast food.
Comer chocolate en el desayuno ayuda a adelgazar: Un estudio de la Universidad de Tel Aviv ha demostrado que tomar dulces, incluído chocolate, como parte de un desayuno equilibrado de 600 calorías en el que también se incorporen proteínas y carbohidratos puede ayudar a perder peso. La clave, dicen los investigadores, es ser “indulgentes” por la mañana, cuando el metabolismo corporal es más activo y somos capaces de quemar las calorías "extra" a lo largo del día. Si evitamos del todo los dulces se puede crear una adicción psicológica a largo plazo. Pero añadiendo postres al desayuno evitamos los antojos el resto del día, concluyen los científicos en la revista Steroids.

En un experimento llevado a cabo a lo largo de varias semanas con casi doscientos sujetos obesos adultos, hombres y mujeres, que debían someterse a dieta, los autores del estudio comprobaron que los que incorporaban galletas o chocolate a su primera comida del día adelgazaban más y mantenían por más tiempo la pérdida de peso. En concreto, mientras la mitad del grupo ingería una dieta baja en carbohidratos con un desayuno de solo 300 calorías, la otra mitad de los participantes desayunaba un total de 600 calorías, con alimentos ricos en proteínas y carbohidratos, incluyendo un trozo de pastel de chocolate. Aunque al principio todos perdían el mismo peso, a la larga (en 32 semanas) el segundo grupo perdió una media de 18 kilos más.

El desayuno es la comida que más eficientemente controla los niveles de grelina, la hormona responsable del hambre voraz, explica Daniela Jakubowicz, coautora del trabajo. Aunque habitualmente los dietistas aconsejan abandonar el consumo de dulces para perder peso, los investigadores israelíes señalan que eso no es necesario en el desayuno. Suprimirlos por completo aumenta incluso los deseos de ingerir esos alimentos.
Comer con los ojos: Todos reconocemos que la presentación de las comidas, el aspecto de los alimentos y en particular el color de los mismos desempeña un papel esencial a la hora de su aceptación y disfrute. Un amigo, miembro de la directiva de la asociación de padres de un colegio, me contó que a la hora de aprobar los menús ofrecidos a los alumnos tuvieron que ir matizando progresivamente, y donde en un principio anunciaban “helado de chocolate” pasaron a escribir “helado sabor chocolate” y terminaron el curso declarando “helado color chocolate”. El sentido de la vista es determinante a la hora de apreciar un alimento. Un ejemplo: en una exposición del Museo de las Ciencias de Valencia en colaboración con el Exploratorium de San Francisco en la que se presentaba una máquina expendedora de caramelos de distintos colores, se preguntó a los asistentes el sabor de los mismos. La mayor parte optó por decir que los verdes eran de menta, los amarillos de limón y los rojizos de fresa, aunque en realidad no se trataba de esos sabores.

De ahí nace la importancia de una “cata ciega”, como la que hizo Dom Pérignon para escoger las mejores uvas para el champagne. Así, aunque el vino resultante fue blanco, una de las variedades que había seleccionado era la tinta Pinot Noir. El secreto para obtener un caldo pálido consistía en no dejar que la piel de las uvas desprendiese sus taninos al mosto. Pero la realidad es que no nos gusta comer sin mirar, entre otras cosas porque la visión del alimento estimula el deseo de consumirlo, de tal modo que hemos llegado a crear la expresión “comer con los ojos” para esa situación de apetencia que se traduce en la secreción salivar y en un hacérsenos la boca agua. Los perros de Pavlov sabían mucho de esto.

La trascendenciadel color y el aspecto general de una comida se manifiesta en lo que se refiere tanto a los alimentos frescos como a la presentación de los platos. Ese es el motivo que explica que los escaparates de pastelerías, fruterías, pescaderías y otras tiendas de comestibles se cuiden e iluminen adecuadamente, y que se nos presenten con orgullo orgullo en el restaurante la paella antes de repartirla o el cochinillo y el pavo asados antes de trincharlos. La nueva cocina cuida especialmente el emplatado, de modo que la composición que se forma para presentar al comensal termina siendo una obra de arte en sí misma. Eso sí, hay que reconocer que muchas veces se hace con escaso gusto y menos creatividad.

Estamos acostumbrados a que el color sea un indicador de la calidad de un producto. Los alimentos tienen su color, y nuestra memoria los mantiene asociados, de modo que una desviación al respecto es normalmente motivo de rechazo. El salmón salvaje tiene la carne rosada porque se alimenta de pequeños crustáceos marinos que contienen determinados pigmentos, como la astaxantina y la castaxantina, responsables del color rojo de la mayoría de ellos. Los primeros salmones que se hicieron en piscifactoría eran alimentados con piensos, y su carne resultó de una tonalidad blanca grisácea, lo que fue rechazado por los consumidores. Por ello, en la alimentación de estos peces de cultivo se introducen ahora los citados pigmentos obtenidos sintéticamente, con lo que se logra el color deseado. Está claro; la experiencia del mercado dice que el público prefiere el salmón de color rojizo intenso.

La identificación de colores res con alimentos hace que éstos hayan prestado sus nombres para definir aquéllos, y así decimos amarillo limón, anaranjado, color berenjena, rojo como un tomate, color fresa, verde pistacho y así sucesivamente. Por ello, las verduras nos gustan verdes. Como todos sabemos, ese color se debe a la presencia de clorofila, un pigmento que, entre otras cosas, permite a las plantas realizar la fotosíntesis y elaborar azúcares con dióxido de carbono, agua y la luz del sol. La molécula de clorofila tiene en su centro un átomo de magnesio que puede ser sustituido por un ión hidrógeno si colocamos la verdura en un medio ácido. Si la calentamos durante cierto tiempo, pueden romperse algunas células y liberar ácidos orgánicos, que son los responsables de que se pierda el color verde. Si queremos evitarlo debemos cocer poco tiempo y hacerlo con el recipiente destapado para que se evaporen en parte los ácidos liberados. Así se consigue que los átomos de magnesio sigan en su sitio. Por supuesto, añadir una sustancia que pueda neutralizar los ácidos producidos también funcionaría. Por ello, hay quien sugiere que se agregue una pizca de bicarbonato sódico en la cocción de las verduras, aunque esto afecta al aroma y a la textura, además de destruir la tiamina –vitamina B1–, presente por ejemplo en los guisantes.

El color de los alimentoscrudos se debe, como se ha visto, a la presencia de pigmentos naturales, una categoría en donde además de la clorofila están los carotenoides, que son amarillos, naranjas y rojos-como los citados astaxantina na y castaxatina, o la xantofila–, y son responsables del color de las zanahorias, y las antocianinas, que varían entre el rojo y el azul de las coles lombardas, cerezas, uvas, fresas y manzanas. Otros pigmentos famosos son la hemoglobina de la sangre, la mioglobina de los músculos, o la betanina, propia de la remolacha roja. Los alimentos cocinados deben su color a pigmentos que aparecen por reacciones químicas durante la elaboración, como los dorados de unas patatas fritas.

 Para gustos se pintan colores: Sin duda, se merece un apartado especial la adición intencionada de ingredientes para modificar el color de la comida, como sucede con el azafrán, el colorante natural más utilizado y conocido a nivel popular junto con el pimentón, el aceite de zanahoria, la cúrcuma y el zumo de remolacha. En la industria alimentaria también se usan colorantes extraídos de productos naturales u obtenidos sintéticamente.
Los colorantes sintéticos se reconocen en las etiquetas porque sus códigos están comprendidos entre el E100 y el E180. Para ser aprobados debe garantizarse su inocuidad, estabilidad a la luz, al calor, a la variación de acidez y a la oxidación, que sean prácticamente inodoros, insípidos, estables y que tengan un gran poder de tinción para que se use la menor cantidad posible.
¿Qué efecto causan en el cerebro los logotipos de comida rápida?: Los logotipos de los restaurantes de comida rápida -como McDonalds o KFC- se graban con más intensidad en áreas del cerebro infantil vinculadas a la motivación que otras marcas, según un estudio realizado con ayuda de imágenes obtenidas mediante resonancia magnética que acaba de publicar la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience. “Los logotipos relacionados con la comida rápida aumentan la actividad en la corteza cingulada posterior mucho más que cualquier otra marca”, concluyen los autores, dirigidos por Amanda Bruce, de la Universidad de Missouri-Kansas (EE UU). Esta región del cerebro está asociada con el placer, la motivación y con el autocontrol, además de participar en el procesamiento visual-espacial.

A esto se suma que en el experimento los científicos observaron al ver las marcas de alimentos las caras de los críos se iluminaron y su tono de voz cambió. Los hallazgos revelan que los niños son más vulnerables a ciertas acciones de marketing, sobre todo en marcas de comidas y bebidas que se vinculan al bienestar y la felicidad, y que esta activación cerebral desde edades tempranas les impide hacer elecciones saludables respecto a la alimentación cuando los chavales alcanzan la adolescencia, e incluso como adultos.
¿Es malo comer delante de una pantalla?: Comer delante de la pantalla de un videojuego o trabajando con el ordenador puede aumentar nuestro apetito a lo largo del día, según un reciente estudio de la Unidad de Nutrición y Comportamiento de la Escuela de Psicología Experimental de la Universidad de Bristol (Reino Unido).

En el experimento, a la mitad de los participantes se les pidió que jugaran al “Solitario” -un juego de cartas por ordenador-, mientras sus compañeros comían lo mismo pero sin distracciones. Los participantes del primer grupo aseguraron sentirse menos llenos tras el almuerzo, y treinta minutos más tarde tomaron el doble de snacks que sus compañeros. Además, cuando al final de la sesión se les pidió que recordaran qué habían tomado les fallaba la memoria. Los investigadores concluyen que las distracciones mientras comemos pueden provocar un aumento de la cantidad de comida que ingerimos a lo largo del día, algo que ya se había observado en personas que comen mientras ven la televisión. “La memoria y la atención juegan un papel clave en la regulación del apetito y de la cantidad de comida que consumimos”, concluye Jeff Brunstrom, coautor del trabajo publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition.
¿Qué alimentos favorecen la aparición de migraña?: Un mayor consumo en primavera y verano de leche fresca por las mañanas, de frutas como la fresa o la naranja en el postre, de atún en conserva y tomate en las ensaladas, de marisco, o de carne no fresca (conservada durante más de 48 horas en el frigorífico), facilitan la ingesta de cantidades altas de histamina, una molécula que aumenta el riesgo de padecer ataques de migraña, según afirman especialistas del laboratorio DR Healthcare. Algo similar sucede con productos vegetales fermentados, el marisco, el pescado azul, algunos cárnicos crudos curado, como el salchichón o la sobrasada, la leche de vaca, mantequillas, los quesos madurados, como el manchego, el gruyère y el roquefort y la clara de huevo.

Algunos de estos alimentos liberan histamina, mientras que otros provocan la liberación endógena de esta sustancia, con similares efectos.

La histamina está presente en todos los alimentos de la dieta cotidiana y el cuerpo la metaboliza a través de la enzima diaminooxidasa (DAO). Según un estudio realizado por la catedrática en Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona Carmen Vidal, el 95 por ciento de los migrañosos estudiados han demostrado tener un déficit de dicha enzima, lo que provoca una acumulación de histamina en el cuerpo que contribuye a desencadenar más ataques de migraña.
¿Qué es la ortorexia?: Si comer sano te obsesiona podrías sufrir ortorexia. Así se denomina el trastorno obsesivo que lleva al extremo la alimentación sana y que consiste en un control exhaustivo y cada vez más estricto de los componentes de los alimentos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la ortorexia afecta, hoy en día, al 28 por ciento de la población de los países occidentales, principalmente a adolescentes y a mujeres. Y según ha explicado el nutricionista y naturópata del Instituto Médico de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, en declaraciones a Europa Press, su prevalencia "podría ir en aumento" en los próximos años, ya que la sociedad actual "tiende a los extremos" y las personas o se cuidan en exceso o no se cuidan nada  "y tienden a la autodestrucción con la comida como ocurre con la obesidad".

La ortorexia puede comenzar por limitar mucho la alimentación, evitando la ingesta de carne roja, huevos, azúcares, lácteos y grasas, y agravarse hasta conducir al "aislamiento social", ya que el individuo se agobia si por ejemplo tiene que asistir a una comida entre amigos o una comida empresarial. "Estas personas se creen superiores a aquellas que no siguen esta forma de vida", aclara Bravo, y suelen presentar "una falsa autoestima" basada en esta idea de superioridad y en el pleno convencimiento de que su vida es "mejor" que la del resto.

Quienes sufren ortorexia son personas que están "más preocupadas por la calidad de los alimentos que por el placer de comer". Por ello, dedican gran parte de su tiempo (3 o más horas al día) a organizar la dieta y la planifican con mucha antelación, se desplazan grandes distancias para conseguir alimentos especiales o puramente ecológicos, los pesan, analizan sus componentes y abandonan sus actividades diarias para poder llevar a cabo su patológico modo de vida. En el ámbito psicológico, Bravo explica que suelen presentar "niveles altos de dopamina y niveles bajos de serotonina, lo que hace que tengan un exceso de euforia combinado con niveles de ansiedad altos". Y a nivel fisiológico puede suceder tanto que presenten un exceso como que sufran un déficit de vitaminas.
¿Por qué entra sueño después de comer?: Las “caídas del sistema” que sufrimos tras una opípara pitanza pueden ser responsabilidad directa de la glucosa, que hace descender en el hipotálamo los niveles de oxerina, una clase de proteínas cuya misión es mantenernos alerta. El pasado mes de junio, Denis Burdakov y su equipo de investigadores de la Universidad de Manchester, en Inglaterra, demostraron que incluso una subida casi imperceptible de glucosa disminuye sensiblemente la actividad neuronal. Por eso, si quiere seguir despierto deberá evitar las comidas ricas en carbohidratos o grasa; en cambio, mantendrá los ojos bien abiertos tras un banquete de proteínas. Hay, no obstante, voces discrepantes. Según Eduard Estivill, director de la Unidad de Alteraciones del Sueño del Instituto Dexeus de Barcelona, esta sensación de sueño simplemente responde a la necesidad de descansar tras ocho horas de vigilia.
¿Qué comen en su última cena los condenados a pena de muerte?: Hace unos años, el Departamento de Justicia Criminal de Texas (EE UU) realizó un pormenorizado (y en cierto modo macabro) estudio que mostraba que quienes se encuentran en el corredor de la muerte suelen demandar para su última comida hamburguesas dobles con queso, patatas fritas, ensaladas, huevos fritos, enchiladas y jalapeños picantes, además de helados. Las pizzas y el pollo frito también suelen aparecer entre las peticiones. Es decir, principalmente comida rápida, y nada de delicatessen.

Hay otros que se conforman con una lata de pepinillos (Stacey Lawton), un zumo de naranja (John Thompson) o un yogur (James Smith). Y en el polo opuesto se sitúa Gary Carl Simmons Jr., un prisionero de Missisipi condenado a muerte recientemente por desmembrar a un joven de 21 años y violar a su novia, que pidió para su última cena tal cantidad de comida que su contenido calórico era de 29.000 kilocalorías, aproximadamente lo que come una persona normal a lo largo de dos semanas.
Siete cosas que debes saber sobre el desayuno: Decía Francis Bacon que "La esperanza es un buen desayuno pero una mala cena". Pero además de la esperanza, hay otros alimentos que nos sientan especialmente bien si se incluyen en la primera comida del día. Te contamos siete hallazgos científicos que debes tener en cuenta a la hora de desayunar.

No te lo saltes. De acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de Tasmanai (Australia) en la revista American Journal of Clinical Nutrition, tanto los niños como los adultos que se saltan la primera comida del día tienden a comer peor y hacer una vida más sedentaria. Además suelen tener niveles de colesterol e insulina más elevados (y por lo tanto más tendencia a sufrir diabetes y cardiopatías) que quienes desayunan.

Menos sobrepeso. Un estudio del Instituto Nacional de Corazón, los Pulmones y la Sangre (EE UU) reveló que las jóvenes que desayunan cereales tienen un índice cintura-altura más bajo, que es el mejor indicador de ausencia de sobrepeso y bajo riesgo cardiovascular. Además, un estudio de la Universidad de Scraton reveló que los cereales de trigo o maíz contienen más antioxidantes que cualquier otro desayuno.

En reunión. Según una encuesta de OnePoll, las reuniones durante el desayuno son más productivas que las reuniones por la tarde. El 67% de los sujetos están más predispuestos a estar atentos durante el desayuno.

El ejercicio, primero. Un reciente estudio de la Universidad de Birmingham publicado en Medicine & Science in Sports & Exercise demostraba que se quema más proporción de grasa cuando nos ejercitamos antes de desayunar. Sin embargo, si desayunamos primero y nos movemos después, los carbohidratos ingeridos (cereales, pan, etc.) interrumpen el metabolismo de la grasa durante al menos 6 horas.

Menos plomo. Un estudio del Environmental Health Journal revelaba que los niños que desayunan a diario tienen menores niveles de plomo en la sangre (un 15% menos) que los que se saltan esta comida.

Si estás a dieta. Los adultos que tratan de perder peso tienen más éxito si toman un desayuno saludable que si lo evitan y consumen algo a media mañana. Por otro lado, un estudio del Centro de Investigación Biomédica Pennington ha revelado que tomar huevos en el desayuno ayuda a perder entre un 60 y un 65% más peso en sujetos que se someten a una dieta de pérdida de peso que cualquier otro desayuno.

Sin desayunar fumas más. De acuerdo con un estudio aparecido en el European Journal of Clinical Investigation que la ausencia del desayuno está asociada, además de con sobrepeso, con una mayor tendencia a fumartabaco, consumir marihuana y beber alcohol.
¿Por qué los conejos se comen sus excrementos?: Aunque parezca una sucia costumbre, la ingesta de los propios excrementos es vital para los conejos, así como para otros animales.

Ahora bien, los conejos nunca comen las heces que expulsa durante el día, que son duras y tienen forma de canica, sino únicamente las que defeca durante la noche. Estas cacas presentan una consistencia más blanda, aparecen agrupadas y cubiertas por un líquido mucoso. A través de su ingesta, el conejo recupera algunas sustancias nutritivas, como la vitamina B y ciertos minerales. Así pues, este comportamiento gastronómico aleja el fantasma de padecer carencias alimentarias y sufrir serios trastornos neurológicos. Por último, hay que añadir que algunos animales, como los perros, no son tan sibaritas, pues consumen cacas incluso de otras especies.

 Bibliografía: Revista muy interesante y datos de internet

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